Se va Román y la pelota llora

 Anunciaba su retiro cómo lo hizo todo siempre, de manera pausada, sin levantar la voz, sin una rueda de prensa grandilocuente. En una entrevista personal a Sport Center de ESPN, la frase que sus incondicionales nunca querrían escuchar, fue pronunciada por el ídolo. "Hoy para mí es un día especial, porque he decidido no volver a jugar al fútbol". A partir de ese momento, la noticia corrió cómo la pólvora en internet, sobre todo en twitter. Poco tardaron en llegar los homenajes, los agradecimientos y las muestras de cariño. Desde aquí, vamos a darle las gracias a un jugador diferente, un genio que ya no volverá a pisar el verde donde nos regalaba sus obras de arte.



 Román es uno de esos futbolistas a los que hay que entender, al que hay que darle su sitio, y al que no le puedes cortar su talento. Para los aficionados de Boca, un partido será recordado para siempre, la final de la Intercontinental contra el Real Madrid. Aquel día, un joven Román, desquició por completo al centro del campo del Real Madrid. En unas declaraciones recientes sobre aquel partido, Manolo Sanchís, integrante de aquel equipo, dijo: "Aquel día no fue un partido entre el Real Madrid y Boca Juniors, aquel día Juan Román Riquelme pasó por encima del Real Madrid". La frase, que puede resultar un poco exagerada, deja de serlo cuando uno repasa aquel partido. Los jugadores del Real Madrid siguen buscando a Román, que aquel día desplegó todo su catálogo de regates, asistencias y control de juego. Ese día se coronó cómo campeón del mundo con Boca, el club de su vida, en el que no ha podido terminar su carrera por diferencias con los dirigentes actuales, pero se convirtió en eterno al levantar la por entonces Copa Toyota. 

 Tras convertirse en ídolo en Boca, fichó por el Barcelona, donde Van Gaal no entendió que Román no era un jugador al que poner a correr en una banda. Tras su paso por Barcelona, encontró su lugar en el mundo en Villareal. Allí lo esperaba Pellegrini, que entendió perfectamente que todo debía girar alrededor de Román, Acompañado de grandes jugadores cómo Forlán, Sorín, Senna, el joven Cazorla y compañía, escribió la mejor página en la historia del equipo castellonense. Román se adueñó del césped del Madrigal, y los aficionados del Villareal se rindieron a él cómo ya habían hecho antes los de Boca. La única mancha fue el penalty ante el Arsenal, que hubiera llevado al equipo a la final de la Champions. Román falló el penalty, pero el Villareal llegó a esas semifinales gracias a él. La afición nunca se lo reprochó, y Román siguió regalando tardes de fútbol a sus aficionados. Cuando dejó Villareal por problemas con Pellegrini, Boca era el único destino posible, y allí volvió a poner a la Bombonera en pie. 

 Boca recibió de nuevo a su ídolo, que volvía a maravillar a todos con su fútbol. Se fue y volvió de nuevo por desencuentros con la directiva, y volvió a marcharse un día lluvioso para no volver más. Terminó su carrera en Argentinos Juniors, subiendo al equipo a Primera cómo había prometido. Se especuló con su vuelta a Boca, o con su fichaje por la nueva franquicia MLS que va a formar Beckham, pero Román dijo basta. Se acabó el baile, y Román no volverá a salir a un campo a deleitar a los aficionados. El jugador que no necesitaba correr para controlar el partido, que jugaba y hacía jugar a los demás, ya no se va a volver a vestir de corto. El hombre tranquilo, el que no se inmutaba ante la presión, el que podía sacarse de la chistera un pase imposible, ya no volverá a hacerlo. El genio de los caños imposibles, el lanzador de faltas genial (que le pregunten a River), no volverá a regalarnos un pincelada más. Se acabó la magia, o no, porque si algo tiene Román, es que nunca ha dejado de sorprendernos. Sin embargo, esta vez parece que es la definitiva, y para nuestra desgracia no habrá vuelta atrás.

 Cómo dijo Román, fue un día especial. El decidió dejar el fútbol, y cómo muchos aficionados a los que deja huérfanos de su talento, la pelota llora. Llora porque el que mejor la trataba la deja sola, esperando que alguien la trate cómo él. Mientras tanto, los que lo admiramos, ya lo estamos echando de menos. Gracias Román.

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