Simeone, corazón rojiblanco

Diego Pablo Simeone,actual entrenador del Atlético de Madrid, es uno de esos personajes del mundo del fútbol, que no deja indiferente a nadie. Con el escudo rojiblanco grabado a fuego, aspira a convertirse en mito Atlético. De momento, no va mal encaminado. El Cholo, como cuando jugaba, se lo deja todo, y eso en el Manzanares, se aprecia y mucho.


Simeone ha conseguido revitalizar a un club, que años tras año, cambiaba de entrenador, de figuras y de concepto. Llegó sin hacer ruido y generando muchas dudas, las cuales se encargó de disipar el día de su presentación. La idea es ganar, esa fue su respuesta cuando le preguntaron como iba a jugar, y esa es la respuesta que sigue repitiendo el Cholo. Su carácter ganador, su espíritu de superación, su coraje y su lucha, que lo identificaban como jugador, ha sabido trasladarlos al banquillo. El aficionado que acude al Calderón, sabe que pase lo que pase, ganen o pierdan, el equipo se va a dejar la piel en ello, de eso se encarga el Cholo. Tres conceptos, presión, recuperación y salida rápida. Apoyándose en Gaby como impulsor del movimiento, el Cholo no deja respiro a ninguno de sus jugadores, la consigna, hay que recuperar el balón. Una vez en su poder, el Atleti lo tiene claro, a correr. Laterales largos, Juanfran y Luis Filipe, interiores creativos, Koke y Arda, trabajo en el medio con Gaby y Mario ( Raúl García), protegidos por Godín y Miranda, que con la llegada de Demichelis tendrán competencia, veneno arriba con Costa y Villa. Si se puede hacer en dos pases, mejor que en tres, si la asistencia la puede dar Courtois, mejor que mejor, el objetivo es llegar. La frase del Cholo es simple, y a la vez muy compleja, cuanto más lleguemos, más opciones tendremos de marcar. Esto no quiere decir que el Atleti juegue al pelotazo, ni mucho menos, tiene jugadores en tres cuartos de campo de una calidad inmensa, los ya citados Koke y Arda, más el talentoso Adrián. Lo que hace diferente a este Atlético, es que se lo cree, y en eso ha influido mucho el Cholo. Llegó a la final de la Europa League, contra el Athletic de Bielsa, sin la condición de favorito, ya que el fútbol y la ilusión despertada por los del rosarino habían emocionado a Europa. Pero el Cholo los convenció, los jugadores salieron metidos desde el saque de centro, los tempraneros zarpazos de Falcao dejaban prácticamente sentenciada la final. Cholo, llegó y venció. Devolvió a la afición el orgullo perdido, y lo festejo como un hincha más en Neptuno. El famoso "ole, ole, ole, Cholo Simeone" inunda la ribera del Manzanares en cada partido. Con un grupo compacto, pero con la baja de Diego Ribas, se presentó en Mónaco, a hablarle de tú a tú al Chelsea, que se había coronado a los penalties en la final de Munich como campeón de Europa, mismo guión, planteamiento perfecto y zarpazos del Tigre. Simeone ya había ganado más títulos que todos los entrenadores que vinieron tras el doblete, pero como siempre, el Cholo, quería más.

Arrancó la temporada con números de record, hasta que acudió al Camp Nou y los viejos fantasmas volvieron a aparecer, tras aquel partido, algunos empezaron a creer que el Atleti del Cholo solo servía para torneos cortos, se equivocaban. Segundo del campeonato, durante gran parte del mismo (con un Madrid sumergido en una crisis deportiva y una guerra civil fraguándose), terminó tercero y consiguió plaza directa para la Champions. El colofón llegaría, cuando en la final de Copa, ante todo pronóstico, excepto el del Cholo, el Atleti volvía a tomar el Bernabéu, y terminaba así con años de derrotas ante el eterno rival. El Cholo festejó y festejó con sus jugadores y afición, pero el mensaje seguía siendo el mismo, el objetivo es ganar.

Su carácter como jugador es de sobra conocido, luchador incansable, jugaba al límite del reglamento. Su púpilo Costa, las habría pasado canutas de haber coincidido en un terreno de juego; sino que le pregunten a Julen Guerrero. Aquel pisotón dio la vuelta al mundo, sin embargo el Cholo calló cuando Fernando Couto le devolvió el recado. Lo que pasa en la cancha se queda en la cancha. Lo mismo sucedió en aquella memorable eliminatoria del Mundial 98, Simeone sacó ventaja del pronto de Beckham y definió la balanza al lado argentino, porque el Cholo es así, busca la ventaja para su equipo, sea de la forma que sea. Al final del partido da la mano y en la sala de prensa, es un señor con sus colegas y con las aficiones rivales, el gesto de no dar rueda de prensa el día que consumaron el descenso del Zaragoza dice mucho de él.

Quién sabe, igual este año el Cholo se vuelve a superar, con un Barça y Madrid en sendos procesos de regeneración, el continuísmo rojiblanco puede hacer que los del Calderón pesquen en río revuelto y se lleven la liga a casa, para eso hay que esperar a ver si la plantilla aguanta el envite de la Champions. Este Atleti pinta bien, y todo gracias al Cholo, que implantó una mentalidad ganadora. Cuando el Cholo canta el gol en la banda, cincuenta mil almas gritan en la grada con él, cuando anima a sus jugadores, todos los aficionados animan con él. Sea como fuere, Simeone es corazón rojiblanco

Y recuerden, el objetivo es ganar.

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