El reto de Ancelotti
La llegada de Carlo Ancelotti al banquillo del Real Madrid abre una nueva etapa en el club blanco, que tras un año convulso, tanto en lo deportivo como en lo mediático, espera que con el italiano la tendencia cambie, con un perfil diferente a Mourinho, el reto de Ancelotti es devolver a los de Concha Espina a lo más alto del fútbol europeo, y no hay otra forma que no sea ganando la Décima. Objetivo madridista desde que Zidane pasará a la posteridad en aquel ya lejano 2001 en Glasgow, ahora con el francés de segundo y con una plantilla rejuvenecida, el objetivo vuelve a ser el mismo. Ganar.
Avalado por su dilatada y exitosa trayectoria como entrenador, Carletto llega a Madrid después de un periodo de tempestad, algunos lo califican de pacificador, pero como dijo su predecesor, eso sería menospreciarlo. Su experiencia en clubes potentes a nivel europeo, arranca en Milán, donde ya triunfó como jugador, y trituró al Madrid en aquel 5-0 con aquella máquina que había diseñado Sacchi. Aquel Milán de Carlo era un equipo veterano, con jugadores de la talla de Maldini, Nesta, Cafú, Seedorf, Pirlo, Shevchenko, Gattusso o Inzaghi. Delegó en Pirlo el mando del equipo, y lo movía a su antojo. Los laterales brasileños, Cafú y Serginho, a veces alternado con Kaladze, daban una profundidad al equipo que basaba su éxito en un rocoso medio campo con Gattusso y Ambrosini y una defensa igual de rocosa con Maldini, Nesta y Costacurta. La fantasía la ponían Seedorf y Rui Costa y arriba el veneno de Shevchenko y la picardía de Inzaghi. Esa era la base de un equipo que en el 2003 se plantó en la final de la Champions contra sus compatriotas de la Juve. Un partido igualado que se decidió a los penalties, esa misma lotería le privó en 2006 de revalidar título ante el Liverpool de Rafa Bénitez en aquel partido loco de Estambul. Pero el fútbol siempre da segundas oportunidades y en la final del 2007 se tomó la revancha, con un Milan que ya no era el equipo del 2003, se había rejuvenecido y contaba con un Kaká que fue Balón de Oro aquel año. La columna vertebral seguía siendo la misma, Dida, Maldini, Gattusso y Pirlo, pero los años ya iban pesando en los dos primeros y a Pirlo le había salido un ayudante nuevo en la manija con Seedorf que había cogido galones. Dos goles del oportunista Inzaghi daban su segunda Champions al italiano.
Tras varios desencuentros con Berlusconi y Galliani, deja su casa y se va a Londres atraído por los cantos de sirena del magnate Abramovich, el ruso estaba loco por encontrar un entrenador que hiciera volver por sus fueros a un Shevchenko por el que había pagado demasiado y no rendía ni la mitad de lo esperado, como en todo equipo post-Mourinho la comparación es inevitable y pese a los títulos y el buen juego mostrado, la afición londinense seguía reclamando a su Special One, Abramovich tenía hambre de títulos y tras no ganar nada en la 10-11 dejó de contar con Ancelotti. La siguiente parada fueron los petrodolares de Paris, el multimillonario proyecto del PSG era un caramelo envenenado para cualquier entrenador, equipo nuevo plagado de figuras que nunca habían jugado juntos, pese a que el campeonato francés tenía menos nivel que el italiano o el inglés, la primera temporada no fue fácil, el equipo no carburaba y la prensa pensaba si Carletto era el idóneo para dirigir el club. Leonardo mantuvo su confianza en él y las llegadas de Lucas Moura y Verrati allanaron el camino de Carlo. Supo sacar la mejor versión de Ibrahimovic y combinó muy bien los talentos del equipo, Pastore despuntó en Champions y Lavezzi volvió a la senda del gol que parecía que se le resistía a principio de temporada. Con la Ligue más o menos encaminada el objetivo era la Champions. Pasaron apuros para eliminar al Valencia y llegó la eliminatoria contra el todopoderoso Barça, Carletto consciente del reto, no se arrugó y salió a ganar en Paris, con Moura, Lavezzi, Ibra y Pastore, quizá el error fue salir con Beckham de mediocentro, ya que perdió la movilidad que le daba Verrati. El gol en fuera de juego de Zlatan le daba vida de cara a la vuelta en Barcelona. Salió valiente de nuevo, pero el Barça fue mucho Barça y el PSG cayó eliminado.
Tras la consecución del título en Francia, los dimes y diretes lo empezaron a colocar en Madrid, ante la más que segura no continuidad de Mourinho. Carlo se dejó querer y el viejo sueño de Florentino de traerlo tomó forma, no sin una larga negociación con el jeque parisino. Se convertía en el entrenador madridista post-Mourinho, algo que ya conocía del Chelsea, pero aquella vez no había sido tan inmediato. La sombra del portugués lo acompañará para lo bueno y para lo malo. De momento todo son alabanzas para el italiano, pero cuando empiece lo duro, si el Madrid no carbura, el runrun en Concha Espina comenzará a compararlo con el Happy One del Chelsea. Han puesto en manos de Ancelotti la mejor plantilla que ha tenido en toda su trayectoria, en sus manos está sacarle el mayor provecho. Tiene jugadores jóvenes y de calidad , como los recién incorporados Isco e Illarra, la temporada dirá si Carlo conjuga bien a sus nuevas incorporaciones con el bloque que había formado Mourinho, la idea es un Madrid menos conservador y más elaborado, pero este equipo lleva el contraataque en su ADN, si se confirma la llegada de Bale, la velocidad del equipo aumentará un punto más. Veremos si Isco, Ozil y compañía saben poner la pausa a las balas que van a acompañarlos. Mientras tanto Carlo tendrá que vivir con la continua comparación con Mourinho.
In bocca al lupo Carlo
Avalado por su dilatada y exitosa trayectoria como entrenador, Carletto llega a Madrid después de un periodo de tempestad, algunos lo califican de pacificador, pero como dijo su predecesor, eso sería menospreciarlo. Su experiencia en clubes potentes a nivel europeo, arranca en Milán, donde ya triunfó como jugador, y trituró al Madrid en aquel 5-0 con aquella máquina que había diseñado Sacchi. Aquel Milán de Carlo era un equipo veterano, con jugadores de la talla de Maldini, Nesta, Cafú, Seedorf, Pirlo, Shevchenko, Gattusso o Inzaghi. Delegó en Pirlo el mando del equipo, y lo movía a su antojo. Los laterales brasileños, Cafú y Serginho, a veces alternado con Kaladze, daban una profundidad al equipo que basaba su éxito en un rocoso medio campo con Gattusso y Ambrosini y una defensa igual de rocosa con Maldini, Nesta y Costacurta. La fantasía la ponían Seedorf y Rui Costa y arriba el veneno de Shevchenko y la picardía de Inzaghi. Esa era la base de un equipo que en el 2003 se plantó en la final de la Champions contra sus compatriotas de la Juve. Un partido igualado que se decidió a los penalties, esa misma lotería le privó en 2006 de revalidar título ante el Liverpool de Rafa Bénitez en aquel partido loco de Estambul. Pero el fútbol siempre da segundas oportunidades y en la final del 2007 se tomó la revancha, con un Milan que ya no era el equipo del 2003, se había rejuvenecido y contaba con un Kaká que fue Balón de Oro aquel año. La columna vertebral seguía siendo la misma, Dida, Maldini, Gattusso y Pirlo, pero los años ya iban pesando en los dos primeros y a Pirlo le había salido un ayudante nuevo en la manija con Seedorf que había cogido galones. Dos goles del oportunista Inzaghi daban su segunda Champions al italiano.
Tras varios desencuentros con Berlusconi y Galliani, deja su casa y se va a Londres atraído por los cantos de sirena del magnate Abramovich, el ruso estaba loco por encontrar un entrenador que hiciera volver por sus fueros a un Shevchenko por el que había pagado demasiado y no rendía ni la mitad de lo esperado, como en todo equipo post-Mourinho la comparación es inevitable y pese a los títulos y el buen juego mostrado, la afición londinense seguía reclamando a su Special One, Abramovich tenía hambre de títulos y tras no ganar nada en la 10-11 dejó de contar con Ancelotti. La siguiente parada fueron los petrodolares de Paris, el multimillonario proyecto del PSG era un caramelo envenenado para cualquier entrenador, equipo nuevo plagado de figuras que nunca habían jugado juntos, pese a que el campeonato francés tenía menos nivel que el italiano o el inglés, la primera temporada no fue fácil, el equipo no carburaba y la prensa pensaba si Carletto era el idóneo para dirigir el club. Leonardo mantuvo su confianza en él y las llegadas de Lucas Moura y Verrati allanaron el camino de Carlo. Supo sacar la mejor versión de Ibrahimovic y combinó muy bien los talentos del equipo, Pastore despuntó en Champions y Lavezzi volvió a la senda del gol que parecía que se le resistía a principio de temporada. Con la Ligue más o menos encaminada el objetivo era la Champions. Pasaron apuros para eliminar al Valencia y llegó la eliminatoria contra el todopoderoso Barça, Carletto consciente del reto, no se arrugó y salió a ganar en Paris, con Moura, Lavezzi, Ibra y Pastore, quizá el error fue salir con Beckham de mediocentro, ya que perdió la movilidad que le daba Verrati. El gol en fuera de juego de Zlatan le daba vida de cara a la vuelta en Barcelona. Salió valiente de nuevo, pero el Barça fue mucho Barça y el PSG cayó eliminado.
Tras la consecución del título en Francia, los dimes y diretes lo empezaron a colocar en Madrid, ante la más que segura no continuidad de Mourinho. Carlo se dejó querer y el viejo sueño de Florentino de traerlo tomó forma, no sin una larga negociación con el jeque parisino. Se convertía en el entrenador madridista post-Mourinho, algo que ya conocía del Chelsea, pero aquella vez no había sido tan inmediato. La sombra del portugués lo acompañará para lo bueno y para lo malo. De momento todo son alabanzas para el italiano, pero cuando empiece lo duro, si el Madrid no carbura, el runrun en Concha Espina comenzará a compararlo con el Happy One del Chelsea. Han puesto en manos de Ancelotti la mejor plantilla que ha tenido en toda su trayectoria, en sus manos está sacarle el mayor provecho. Tiene jugadores jóvenes y de calidad , como los recién incorporados Isco e Illarra, la temporada dirá si Carlo conjuga bien a sus nuevas incorporaciones con el bloque que había formado Mourinho, la idea es un Madrid menos conservador y más elaborado, pero este equipo lleva el contraataque en su ADN, si se confirma la llegada de Bale, la velocidad del equipo aumentará un punto más. Veremos si Isco, Ozil y compañía saben poner la pausa a las balas que van a acompañarlos. Mientras tanto Carlo tendrá que vivir con la continua comparación con Mourinho.
In bocca al lupo Carlo
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