Andrés Iniesta, el ilusionista del fútbol
Andrés Iniesta Luján, nacía un 11 de Mayo de 1984 en Fuentealbilla, Albacete. En aquel momento nadie sabía que se convertiría en uno de los mejores jugadores españoles de la historia. El chaval de Fuentealbilla, colocaría al municipio manchego en boca de todo el planeta fútbol.
Desde muy pequeño, la calidad del de Fuentealbilla, no pasó desapercibida para cualquiera que lo veía. Capitaneando a la selección de Castilla la Mancha en el torneo alevín que organizaba Canal Plus, Iniesta empezó a dar muestras de su calidad, pero también de su lado más humano. Cuando había terminado el partido en el que habían derrotado a su rival, Andrés, se acercó a uno de los chicos que lloraba. Le tendió la mano y le dijo que no tenía que llorar, que tenía que estar orgulloso de donde habían llegado. Con una mentalidad impropia de un niño, Iniesta daba su primera lección fuera del campo. Años más tarde su imagen con la camiseta en homenaje a su amigo Dani Jarque, daría la vuelta al mundo. En aquel torneo, Andrés, además de su gran gesto deportivo, llamó la atención por su ya enorme calidad. El Barcelona se llevaba al pequeño Andrés, su hogar se trasladaba a La Masía. Andrés se alejaba de su gente con el sueño de llegar a ser profesional. Los comienzos fueron difíciles, como para cualquier niño que se separa de su familia, pero era el precio que tenía que pagar para llegar a convertirse en uno de los más grandes.
Andrés pronto empezó a destacar en la cantera culé, Serra Ferrer incluso lo llevó a entrenar con el primer equipo cuando solo tenía 15 años. Iniesta seguía con su progresión. Jugó dos temporadas en el filial azulgrana, y pasaba por todas las categorías de la selección española. En la temporada 2002/2003 le llegaba la alternativa de mano de Van Gaal, conseguía su sueño de debutar en primera división con el primer equipo culé. Andrés seguía disputando partidos con el Barça B, que alternaba con las convocatorias del primer equipo. Su consagración definitiva llegaría de la mano de Frank Rijkaard, que lo subió al primer equipo de forma definitiva. El holandés tenía a Andrés como pieza fundamental de su esquema, aunque no fuera titular, consiguió disputar 37 partidos de liga. Aquel año el Barça se proclamaría campeón e Iniesta comenzaba su particular palmarés, por el que pasarían todos los títulos posibles.
Iniesta empezaría a forjar su leyenda, cuando en la final de la Champions del 2006, que enfrentaba al Barça con el Arsenal, saltaba al campo a falta de 10 minutos. El Barça perdía 1-0. Andrés dio al Barça la clarividencia que necesitaba para los minutos finales, y junto a Larsson desequilibró la balanza para los culés. El ya famoso gol de Belletti, daba a Andrés el primero de los grandes títulos que adornan su palmarés. Se asentaba como pieza fundamental en el Barça de los Ronaldinho, Deco y Etoo. Con un papel secundario, como si la timidez que lo caracteriza le impidiera brillar, poco a poco Andrés iba cogiendo peso en el equipo. Ese mismo año debutó en un Mundial con la selección española. Alemania era la primera parada mundialista de un Andrés que tomaba contacto con el torneo que lo convertiría en leyenda cuatro años más tarde. La eliminación de los de Luis Aragonés, en octavos ante la Francia de Zidane, impedía saber el nivel de Andrés en las grandes citas con la selección. Pero esas dudas se disiparon en la Eurocopa de 2008.
España llegaba a la cita austro-suiza, con un equipo en renovación, con bajas importantes en medio campo. El equipo se había clasificado de forma agónica para la cita. Luis Aragonés apostó por un equipo de jugadores talentosos en medio campo, con los Xavi, Silva, Alonso y el propio Andrés que eran escoltados por Senna. La apuesta por el fútbol de toque del de Hortaleza, deparó un gran partido en el debut contra Rusia. En el que Andrés brilló como nunca había hecho antes con la selección. El torneo avanzaba y el equipo llegaba a la barrera psicológica de cuartos de final. Los esperaba una Italia que impidió el juego de los españoles, que aunque intentaron imponer su juego, no pudieron evitar la temida tanda de penalties. Sin embargo esta vez la fortuna, y Casillas, llevaron a los españoles a semifinales. Curiosamente la semifinal coincidiría con el rival del partido inaugural. Los rusos no pudieron contener el juego de toque de los españoles y un tremendo pase de Andrés a Xavi terminaba en la red. Ese gol, era premonitorio de lo que vendría más adelante. Esa sociedad sería la que marcaría el devenir, tanto del Barça como de la selección española. La conexión entre Xavi y Andrés era total, dotados ambos de una visión de juego privilegiada, se entendían solo con una mirada. En la final esperaba Alemania, el gol de Torres daba a España su segunda Eurocopa. Los españoles no perdieron su nueva filosofía y aguantaron el empuje alemán a base de toque y posesión. Comenzaba el ciclo mágico para los españoles y para Iniesta.
La siguiente temporada se planteaba como un nuevo reto para Andrés, tenía que confirmar su buena Eurocopa con su club. Tenía un nuevo entrenador, Pep Guardiola. El de Santpedor dio galones de mando al manchego, que sin hacer ruido y sin grandes alardes, se había convertido en una pieza fundamental del equipo. Guardiola llegó a decir en una rueda de prensa que el manchego, no se teñía el pelo, ni se ponía pendientes ni tatuajes, pero era el mejor. Y puede que la afirmación de Pep fuera un poco exagerada en aquel momento, pero la sociedad que formaba con Xavi y Messi, convirtió a aquel equipo en un apisonadora. Y uno de los momentos cumbre de la carrera de Iniesta llegó en las semifinales de Champions de aquel año. El partido de vuelta de la eliminatoria se le había puesto cuesta arriba a los culés, el gol de Essien los mandaba para casa después de haber realizado un fútbol que maravilló a Europa. Pero el fútbol es así de cruel, y parecía que la moneda caería a manos de los londinenses. Sin embargo en el minuto 93, Andrés recogía una asistencia de Messi en el balcón del área, golpeó el balón con el exterior. El balón describió un arco que hizo imposible la estirada de Cech. Andrés enloquecía y se quitaba la camiseta, en un gesto que repetiría más adelante. El grito de Andrés era el grito del barcelonismo, habían llegado a otra final de Champions y no la iban a dejar escapar. Un pase del genio de Fuentealbilla, pondría en bandeja el gol a Etoo en la final de Roma. El Barça se ponía por delante del Manchester y a partir de ahí comenzaba el show de Andrés y Xavi, que arropados por su nuevo socio Buesquets, manejaron el partido a su antojo. El gol de Messi confirmaba lo que parecía escrito. Andrés ganaba su segunda Champions y se confirmaba como uno de los mejores jugadores del momento. La temporada se completaría con el histórico triplete culé. El palmarés de Andrés aumentaba a la misma velocidad que su protagonismo.
El año 2010 era año de Mundial, y los de Del Bosque llegaban a la cita de Sudáfrica como grandes favoritos. Sin embargo ya no contaban con el factor sorpresa de la Euro del 2008. Los equipos rivales de los españoles planteaban los encuentros, de manera que el toque español se convirtiera en un juego horizontal que no avanzaba. La derrota ante Suiza, auguraba un mal mundial de los españoles. Las dudas sobre el sistema salieron a la palestra. Pero las victorias ante Honduras y Chile daban el pase a los españoles. El partido de octavos ante Portugal se solventó gracias a la aparición estelar de un Llorente que volvió loca a la defensa lusa. El no menos agónico partido contra Paraguay en cuartos, colocaba a los españoles en las semifinales de un mundial por primera vez en su historia. La reedición de la pasada final de la Eurocopa en semifinales contra Alemania se preveía como uno de los mejores partidos del torneo. La cita cumplió las expectativas. Una tenaz Alemania, puso en aprietos a los españoles que solo consiguieron imponerse gracias al enorme cabezazo de Puyol. Andrés llegaba a la final del Mundial. El niño de Fuentealbilla estaba a un solo paso de convertirse en campeón del mundo.
Aquel 11 de Julio de 2010, Holanda, se presentó en el Soccer City de Johannesburgo con la clara idea de parar la creatividad de los españoles.Con un sinfín de faltas, entradas a destiempo e incluso patadas de karate como la que De Jong propinó a Xabi Alonso, tuvieron como gran objetivo a Iniesta. La permisividad de Howard Webb, dejaba sin sanción las continuas interrupciones de los holandeses, que rayaban el límite reglamentario en su mayoría. Especialmente el marcaje al que Van Bommel, otrora compañero de Andrés en el Barça, sometió al manchego. Las patadas y más patadas terminaron por desquiciar a un Iniesta al que es difícil ver perder la paciencia. Sin embargo, el fútbol tenía preparada una página especial para Andrés. Tras sendas intervenciones cruciales de Casillas. En el minuto 116, arrancaba una contra con un eléctrico Navas, al que acompañaban Cesc y el propio Andrés. Torres se quedaba como extremo izquierdo y metía el balón al área, un mal despeje de la desdibujada defensa holandesa tras la expulsión de Heitinga, dejaba el balón en los pies de Cesc, que asistía a Andrés. En apenas milésimas de segundo, el corazón de los españoles se encogió, era la oportunidad de confirmar un estilo futbolístico con la máxima distinción del fútbol mundial. Andrés miró al balón, miró a la portería y golpeó, el esfuerzo de Van de Vaart para tapar su tiro fue inútil, al igual que la estirada de Stekelemburg, el balón cruzaba la línea y acababa en la red. El sueño se hacía realidad, y como en aquel torneo de Brunete, Iniesta daba una muestra más de su tremenda humanidad. En el momento más importante de su carrera, en el momento más importante de la historia del fútbol español, se sacaba la camiseta para mostrar un mensaje en recuerdo a su amigo Dani Jarque, que había fallecido aquel año. El grito de Iniesta era el grito de un país, que enloquecía con la consecución de la tan ansiada Copa. Cuando Casillas alzó la copa al cielo del Soccer City, levantó la copa de un estilo de fútbol que será recordado para siempre. Ganar en el fútbol siempre es lo más importante, pero si lo haces deleitando al mundo te convierte en leyenda.
Las cosas que tiene el fútbol son esas que hacen que uno no entienda como aún no tiene un Balón de Oro, ya que el año que ganó el Mundial, al igual que su compañero Xavi, venía de ganar seis títulos con su club, se había convertido en leyenda del fútbol español y había sido el héroe de un Mundial que confirmaba una idea. Sin embargo Andrés tuvo que conformarse con el podio. Del cual aún no se ha bajado. Puede que nunca reciba ese Balón de Oro, pero Andrés no lo necesita. Tiene el reconocimiento de todos los amantes del buen fútbol. Cuando Andrés agarra el balón, el espectáculo de magia comienza, juega con él escondiéndolo, driblando, pasando, dotándolo todo de una gran belleza, pero sobre todo con un gran sentido colectivo. Como decía Guardiola, no tienen tatuajes, ni se pinta el pelo, ni se pone pendientes. Pero cuando Andrés entra a un campo de fútbol, es el mejor.
Así es Andrés, un tipo corriente, que perfectamente podría ser nuestro panadero, nuestro compañero de trabajo o nuestro vecino. Un chico tímido, que transforma la timidez en desparpajo cuando entra en el campo de fútbol. Confirmado ya como estrella tanto el Barça como en la selección, tras haber vuelto a ganar la Eurocopa e innumerables títulos con su club, Andrés sigue siendo aquel niño de Fuentealbilla que hizo las maletas y se fue para Barcelona. Un gran futbolista y una mejor persona.
Mientras tanto, nosotros los mortales seguimos esperando la siguiente exhibición de Andrés, como niños que esperan al siguiente truco de un mago. Porque eso es lo que es Andrés, un ilusionista del balón.
Desde muy pequeño, la calidad del de Fuentealbilla, no pasó desapercibida para cualquiera que lo veía. Capitaneando a la selección de Castilla la Mancha en el torneo alevín que organizaba Canal Plus, Iniesta empezó a dar muestras de su calidad, pero también de su lado más humano. Cuando había terminado el partido en el que habían derrotado a su rival, Andrés, se acercó a uno de los chicos que lloraba. Le tendió la mano y le dijo que no tenía que llorar, que tenía que estar orgulloso de donde habían llegado. Con una mentalidad impropia de un niño, Iniesta daba su primera lección fuera del campo. Años más tarde su imagen con la camiseta en homenaje a su amigo Dani Jarque, daría la vuelta al mundo. En aquel torneo, Andrés, además de su gran gesto deportivo, llamó la atención por su ya enorme calidad. El Barcelona se llevaba al pequeño Andrés, su hogar se trasladaba a La Masía. Andrés se alejaba de su gente con el sueño de llegar a ser profesional. Los comienzos fueron difíciles, como para cualquier niño que se separa de su familia, pero era el precio que tenía que pagar para llegar a convertirse en uno de los más grandes.
Andrés pronto empezó a destacar en la cantera culé, Serra Ferrer incluso lo llevó a entrenar con el primer equipo cuando solo tenía 15 años. Iniesta seguía con su progresión. Jugó dos temporadas en el filial azulgrana, y pasaba por todas las categorías de la selección española. En la temporada 2002/2003 le llegaba la alternativa de mano de Van Gaal, conseguía su sueño de debutar en primera división con el primer equipo culé. Andrés seguía disputando partidos con el Barça B, que alternaba con las convocatorias del primer equipo. Su consagración definitiva llegaría de la mano de Frank Rijkaard, que lo subió al primer equipo de forma definitiva. El holandés tenía a Andrés como pieza fundamental de su esquema, aunque no fuera titular, consiguió disputar 37 partidos de liga. Aquel año el Barça se proclamaría campeón e Iniesta comenzaba su particular palmarés, por el que pasarían todos los títulos posibles.
Iniesta empezaría a forjar su leyenda, cuando en la final de la Champions del 2006, que enfrentaba al Barça con el Arsenal, saltaba al campo a falta de 10 minutos. El Barça perdía 1-0. Andrés dio al Barça la clarividencia que necesitaba para los minutos finales, y junto a Larsson desequilibró la balanza para los culés. El ya famoso gol de Belletti, daba a Andrés el primero de los grandes títulos que adornan su palmarés. Se asentaba como pieza fundamental en el Barça de los Ronaldinho, Deco y Etoo. Con un papel secundario, como si la timidez que lo caracteriza le impidiera brillar, poco a poco Andrés iba cogiendo peso en el equipo. Ese mismo año debutó en un Mundial con la selección española. Alemania era la primera parada mundialista de un Andrés que tomaba contacto con el torneo que lo convertiría en leyenda cuatro años más tarde. La eliminación de los de Luis Aragonés, en octavos ante la Francia de Zidane, impedía saber el nivel de Andrés en las grandes citas con la selección. Pero esas dudas se disiparon en la Eurocopa de 2008.
España llegaba a la cita austro-suiza, con un equipo en renovación, con bajas importantes en medio campo. El equipo se había clasificado de forma agónica para la cita. Luis Aragonés apostó por un equipo de jugadores talentosos en medio campo, con los Xavi, Silva, Alonso y el propio Andrés que eran escoltados por Senna. La apuesta por el fútbol de toque del de Hortaleza, deparó un gran partido en el debut contra Rusia. En el que Andrés brilló como nunca había hecho antes con la selección. El torneo avanzaba y el equipo llegaba a la barrera psicológica de cuartos de final. Los esperaba una Italia que impidió el juego de los españoles, que aunque intentaron imponer su juego, no pudieron evitar la temida tanda de penalties. Sin embargo esta vez la fortuna, y Casillas, llevaron a los españoles a semifinales. Curiosamente la semifinal coincidiría con el rival del partido inaugural. Los rusos no pudieron contener el juego de toque de los españoles y un tremendo pase de Andrés a Xavi terminaba en la red. Ese gol, era premonitorio de lo que vendría más adelante. Esa sociedad sería la que marcaría el devenir, tanto del Barça como de la selección española. La conexión entre Xavi y Andrés era total, dotados ambos de una visión de juego privilegiada, se entendían solo con una mirada. En la final esperaba Alemania, el gol de Torres daba a España su segunda Eurocopa. Los españoles no perdieron su nueva filosofía y aguantaron el empuje alemán a base de toque y posesión. Comenzaba el ciclo mágico para los españoles y para Iniesta.
La siguiente temporada se planteaba como un nuevo reto para Andrés, tenía que confirmar su buena Eurocopa con su club. Tenía un nuevo entrenador, Pep Guardiola. El de Santpedor dio galones de mando al manchego, que sin hacer ruido y sin grandes alardes, se había convertido en una pieza fundamental del equipo. Guardiola llegó a decir en una rueda de prensa que el manchego, no se teñía el pelo, ni se ponía pendientes ni tatuajes, pero era el mejor. Y puede que la afirmación de Pep fuera un poco exagerada en aquel momento, pero la sociedad que formaba con Xavi y Messi, convirtió a aquel equipo en un apisonadora. Y uno de los momentos cumbre de la carrera de Iniesta llegó en las semifinales de Champions de aquel año. El partido de vuelta de la eliminatoria se le había puesto cuesta arriba a los culés, el gol de Essien los mandaba para casa después de haber realizado un fútbol que maravilló a Europa. Pero el fútbol es así de cruel, y parecía que la moneda caería a manos de los londinenses. Sin embargo en el minuto 93, Andrés recogía una asistencia de Messi en el balcón del área, golpeó el balón con el exterior. El balón describió un arco que hizo imposible la estirada de Cech. Andrés enloquecía y se quitaba la camiseta, en un gesto que repetiría más adelante. El grito de Andrés era el grito del barcelonismo, habían llegado a otra final de Champions y no la iban a dejar escapar. Un pase del genio de Fuentealbilla, pondría en bandeja el gol a Etoo en la final de Roma. El Barça se ponía por delante del Manchester y a partir de ahí comenzaba el show de Andrés y Xavi, que arropados por su nuevo socio Buesquets, manejaron el partido a su antojo. El gol de Messi confirmaba lo que parecía escrito. Andrés ganaba su segunda Champions y se confirmaba como uno de los mejores jugadores del momento. La temporada se completaría con el histórico triplete culé. El palmarés de Andrés aumentaba a la misma velocidad que su protagonismo.
El año 2010 era año de Mundial, y los de Del Bosque llegaban a la cita de Sudáfrica como grandes favoritos. Sin embargo ya no contaban con el factor sorpresa de la Euro del 2008. Los equipos rivales de los españoles planteaban los encuentros, de manera que el toque español se convirtiera en un juego horizontal que no avanzaba. La derrota ante Suiza, auguraba un mal mundial de los españoles. Las dudas sobre el sistema salieron a la palestra. Pero las victorias ante Honduras y Chile daban el pase a los españoles. El partido de octavos ante Portugal se solventó gracias a la aparición estelar de un Llorente que volvió loca a la defensa lusa. El no menos agónico partido contra Paraguay en cuartos, colocaba a los españoles en las semifinales de un mundial por primera vez en su historia. La reedición de la pasada final de la Eurocopa en semifinales contra Alemania se preveía como uno de los mejores partidos del torneo. La cita cumplió las expectativas. Una tenaz Alemania, puso en aprietos a los españoles que solo consiguieron imponerse gracias al enorme cabezazo de Puyol. Andrés llegaba a la final del Mundial. El niño de Fuentealbilla estaba a un solo paso de convertirse en campeón del mundo.
Aquel 11 de Julio de 2010, Holanda, se presentó en el Soccer City de Johannesburgo con la clara idea de parar la creatividad de los españoles.Con un sinfín de faltas, entradas a destiempo e incluso patadas de karate como la que De Jong propinó a Xabi Alonso, tuvieron como gran objetivo a Iniesta. La permisividad de Howard Webb, dejaba sin sanción las continuas interrupciones de los holandeses, que rayaban el límite reglamentario en su mayoría. Especialmente el marcaje al que Van Bommel, otrora compañero de Andrés en el Barça, sometió al manchego. Las patadas y más patadas terminaron por desquiciar a un Iniesta al que es difícil ver perder la paciencia. Sin embargo, el fútbol tenía preparada una página especial para Andrés. Tras sendas intervenciones cruciales de Casillas. En el minuto 116, arrancaba una contra con un eléctrico Navas, al que acompañaban Cesc y el propio Andrés. Torres se quedaba como extremo izquierdo y metía el balón al área, un mal despeje de la desdibujada defensa holandesa tras la expulsión de Heitinga, dejaba el balón en los pies de Cesc, que asistía a Andrés. En apenas milésimas de segundo, el corazón de los españoles se encogió, era la oportunidad de confirmar un estilo futbolístico con la máxima distinción del fútbol mundial. Andrés miró al balón, miró a la portería y golpeó, el esfuerzo de Van de Vaart para tapar su tiro fue inútil, al igual que la estirada de Stekelemburg, el balón cruzaba la línea y acababa en la red. El sueño se hacía realidad, y como en aquel torneo de Brunete, Iniesta daba una muestra más de su tremenda humanidad. En el momento más importante de su carrera, en el momento más importante de la historia del fútbol español, se sacaba la camiseta para mostrar un mensaje en recuerdo a su amigo Dani Jarque, que había fallecido aquel año. El grito de Iniesta era el grito de un país, que enloquecía con la consecución de la tan ansiada Copa. Cuando Casillas alzó la copa al cielo del Soccer City, levantó la copa de un estilo de fútbol que será recordado para siempre. Ganar en el fútbol siempre es lo más importante, pero si lo haces deleitando al mundo te convierte en leyenda.
Las cosas que tiene el fútbol son esas que hacen que uno no entienda como aún no tiene un Balón de Oro, ya que el año que ganó el Mundial, al igual que su compañero Xavi, venía de ganar seis títulos con su club, se había convertido en leyenda del fútbol español y había sido el héroe de un Mundial que confirmaba una idea. Sin embargo Andrés tuvo que conformarse con el podio. Del cual aún no se ha bajado. Puede que nunca reciba ese Balón de Oro, pero Andrés no lo necesita. Tiene el reconocimiento de todos los amantes del buen fútbol. Cuando Andrés agarra el balón, el espectáculo de magia comienza, juega con él escondiéndolo, driblando, pasando, dotándolo todo de una gran belleza, pero sobre todo con un gran sentido colectivo. Como decía Guardiola, no tienen tatuajes, ni se pinta el pelo, ni se pone pendientes. Pero cuando Andrés entra a un campo de fútbol, es el mejor.
Así es Andrés, un tipo corriente, que perfectamente podría ser nuestro panadero, nuestro compañero de trabajo o nuestro vecino. Un chico tímido, que transforma la timidez en desparpajo cuando entra en el campo de fútbol. Confirmado ya como estrella tanto el Barça como en la selección, tras haber vuelto a ganar la Eurocopa e innumerables títulos con su club, Andrés sigue siendo aquel niño de Fuentealbilla que hizo las maletas y se fue para Barcelona. Un gran futbolista y una mejor persona.
Mientras tanto, nosotros los mortales seguimos esperando la siguiente exhibición de Andrés, como niños que esperan al siguiente truco de un mago. Porque eso es lo que es Andrés, un ilusionista del balón.
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