Volver...
"Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo, platearon mi sien. Sentir, que es un soplo la vida, que TRES años son nada" El viejo tango, a excepción de los años, que en el original nos habla de veinte, resume a la perfección la vuelta de Guardiola a Barcelona. Pep vuelve con la frente marchita, con más pelo blanco en su sien, y con la sensación de que en estos tres años el tiempo no ha pasado. Vuelve al sitio donde empezó todo, muchos años atrás. El recogepelotas, el canterano, el eje del "Dream Team", el capitán, el entrenador para la historia, el mito, la leyenda, y todo en una sola persona. Volver siempre es difícil, pero cuando lo has sido todo y ocupas el el trono en el corazón de todos los aficionados, tiene que ser la sensación más contradictoria del mundo. Sin embargo, si eres Pep Guardiola, y tu única obsesión es ganar, todo eso pasará cuando el balón comience a rodar.
Guardiola se fue de Barcelona agotado, sabiendo que ya no podía exprimir más a unos jugadores que lo habían ganado todo, y sabiendo también que él ya no podría darles más. Se fue a New York a vivir un año sabático, pero en Barcelona se seguía hablando del hijo prodigo a todas horas. Pep se fue para poner tierra de por medio, y para que el foco no estuviera encima de él en vez de su gran amigo Tito. Fue imposible, a cada resbalón del Barça, que hubo pocos, la comparación con el equipo de Pep aparecía instantáneamente, Tito enfermó, Roura se hizo cargo del equipo, y para cuando Tito volvió, el Bayern arrasó al Barcelona en semifinales de la Champions de aquel año. Comenzó el runrun de que con Pep no hubiera pasado, y el famoso entorno culé miraba hacia New York en busca de una valoración que nunca se produjo. Pep y el Bayern anunciaban su compromiso para relevar a Heynckes, que ese año había logrado el triplete con los bávaros, pasando por encima de todos sus rivales en todas las competiciones. El desafío era enorme, Guardiola no tenía que ganar, pues eso ya lo hacía el Bayern con Heynckes, Pep tenía que hacerlo cambiando la filosofía de juego de sus jugadores y de un club que buscaba algo más que ganar.
Mientras tanto, en Barcelona se apostaba por un técnico de fuera para sustituir a Tito. Martino era el elegido, y nuevamente, las comparaciones con Pep y su equipo no tardaron en llegar. En Munich, Pep intentaba inculcar su filosofía en el club, y sobre todo en sus jugadores. Como cuenta Martí Perarnau en su libro "Herr Pep", el camino no fue fácil, y la temporada hubiera sido espectacular, de no haber sido por el batacazo de las semifinales de Champions ante el Real Madrid. El Bayern cambió su filosofía, trajo a jugadores del corte que Guardiola quería, e incluso firmó a uno de los mayores talentos de La Masía por expreso deseo de Guardiola, Thiago. El Bayern tocaba, buscaba espacios, dominaba la posesión de manera aplastante, controlaba el juego y el campo de manera espectacular, y sobre todo, gustaba a su afición y a su entrenador. Por lo contrario, el Barça caía en cuartos de la Champions ante el Atlético, perdía la final de Copa del Rey ante el Real Madrid, y se dejaba la Liga en el último partido ante el Atlético en su propio campo. De nuevo, y para no variar, la comparación con el Barça de Pep era el recurso más manido. Guardiola triunfaba en Munich, aunque cayera en Champions de una forma tan aparatosa, y el Barça pasaba un año en blanco por primera vez en muchos años. La añoranza por Guardiola crecía, mientras que Pep encontraba su sitio en Munich, a pesar de la dureza del comienzo.
Este año, con la contratación de otro técnico de la casa, Luis Enrique, la comparación volvía a escena. En la reunión de técnicos de la UEFA, Guardiola y Lucho fueron la foto más repetida, e incluso se les preguntó si les gustaría cruzarse en Champions durante la temporada. Guardiola fue tajante, "espero que no, por muchos motivos". Con motivo de la vuelta de la eliminatoria contra el City, Guardiola volvió a su localidad de socio en el Camp Nou, junto a su padre y su inseparable Manel Estiarte. El foco de las cámaras, como no podía ser de otra manera, no fue otro que Pep Guardiola. Pep disfrutó de "su" equipo, sobre todo del caño de Messi a Milner, y se fue sin hacer ruido. De nuevo, la figura de Guardiola acaparaba más minutos que el propio partido. En Munich no sentó bien, pero hay cosas que uno no puede evitar, y una de ellas es el amor que tiene Pep por el Barça. El Barça es su vida, y si estuviera viendo el partido en Munich en vez de en el Camp Nou, seguro que sus reacciones serían las mismas, o incluso más vehementes. A uno le tira la sangre, y la de Guardiola es blaugrana.
Llegó el día del sorteo de semifinales, tras el baño del Bayern al Oporto en la vuelta, y del paseo del Barça ante el PSG. Guardiola sabía que había un 33% de posibilidades de volver a casa, y en Barcelona también lo sabían. Llegó a decirse que era el enfrentamiento deseado por muchos, pero cuando el bombo deparó al Bayern, la idea ya no era la misma. El sorteo deparaba el partido más esperado, Guardiola volvía a casa, además con el primer partido en Barcelona. Tras el sorteo, llegó la plaga de lesiones para los de Pep, Badstuber fuera, Robben fuera, Ribery que no llega, Lewandowski que jugará con una máscara, Alaba fuera para toda la temporada, Benatia por los pelos, y jugadores tocados que no estarán al 100%. Todo eran malas noticias para Guardiola, incluso el mejor momento del año para el Barcelona, con sus tres delanteros en estado de gracia y deslumbrando a Europa. Como siempre, y sin tiempo para lamentarse, Guardiola comenzó a trazar su plan. Tal es su celo para sorprender al Barça, que en el último entrenamiento en Munich, se celebró a puerta cerrada, con lonas enormes para que nadie adivinara el más mínimo detalle. Seguro que Guardiola tiene preparada una sorpresa táctica, para contrarrestar el buen momento culé. ya sea con tres centrales, con un centro del campo superpoblado, o con una presión asfixiante. Luis Enrique conoce a Pep, pero Pep conoce demasiado bien al Barça, y a estas horas, probablemente tenga un plan para desarbolar a su equipo del alma. Guardiola irá a por la eliminatoria desde el primer momento, pero la experiencia del año pasado ante el Real Madrid, le ha servido de aprendizaje para no ser tan "kamikaze". El balón será del Bayern si Pep quiere, o puede cederlo para sorprender al Barcelona. Veremos que pasa, pero conociéndolo, no se debe descartar una sorpresa táctica histórica.
El miércoles a las 20.45, cuando el balón comience a rodar, y tras la merecida ovación a Pep, Guardiola dejará de lado sus sentimientos. Pep ya no será un socio del Barça más, ni siquiera el mito más grande de la entidad, será el entrenador del equipo rival y solo querrá hacer una cosa: ganar al Barça. Los que lo conocen, dicen que no se puede ser más del Barça que Pep Guardiola. pero solo hay una cosa que supere al amor que tiene Pep por el Barça, y es su obsesión por ganar.
Pep vuelve, pero vuelve para ganar.
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