Guardiola lo ha vuelto a hacer
El Parque de los Príncipes estaba listo para uno de los partidos del año, PSG y City se presentaban en unas inéditas semifinales de Champions, con dos superplantillas y con dos entrenadores de primerísimo nivel. El cartel era difícilmente mejorable, tanto por nombres, como por estilos, y el partido no defraudó.
Cuando el City parecía que se había sacudido el dominio parisino, e incluso había probado a Navas con una ocasión de Bernardo Silva, el balón parado condenó a los de Guardiola. Marquinhos a la salida de un córner, cómo no, botado por Di María, remataba demasiado solo ante la mirada de Ederson. El plan de Pochettino había cuajado, quizá no de la forma en la que lo había planteado, pero ya tenía la eliminatoria donde quería, un gol por encima del City y con 165 minutos para poder robar y matar a la contra a los citizens. Ahora más que nunca, la vigilancia de Mbappé y Di María era crucial para el City, cualquier perdida en tres cuartos, con la defensa descolocada, podía ser un golpe del que ya sería más difícil levantarse. Neymar vio la necesidad de ayudar a mantener el balón y cada vez bajaba más a recibirlo, haciendo a veces lo que Gueye y Paredes deberían, pero que no podían por la presión de Silva, Foden, De Bruyne y Mahrez en la salida de balón parisina. El partido se iba al descanso y la sensación era de que el PSG, había conseguido lo que quería y no había sufrido demasiado.
Arrancó la segunda parte y como si de un partido nuevo se tratara, el escenario cambió por completo. El City se adueñó del balón y ajustó la presión sobre el PSG. Rodri se convirtió en el eje del equipo, tanto en la distribución, acompañado de un Gundogan que casi no había aparecido en la primera parte, como en la presión. El equipo de Guardiola dio un paso adelante, comenzamos a ver subir a Walker y a Cancelo y cuando el equipo empezó a tener el balón, De Bruyne empezó su recital. Todas las pelotas que pasaban por el belga, salían mejor que como habían llegado. Siempre dando una salida, siempre mejorando la situación del compañero y sobre todo, siempre eligiendo bien. Guardiola sacó a Cancelo para dar entrada a Zinchenko, en una declaración de intenciones clara, incrementar el movimiento de balón en la zona media y poder defender mejor a Di María, ya que el portugués tenía tarjeta. En una jugada de De Bruyne, que centró al área buscando a un compañero, la indecisión de la defensa y la confianza de Navas en que alguien despejara, acabó con el balón en la red ante la sorpresa de todos, incluido el belga. Todo lo bien que le había ido al PSG en la primera parte, se había esfumado en quince minutos.
A partir del gol del City, todo cambió, la posesión aumentó aún más para los de Guardiola y el PSG ya no era capaz de quitarle el balón. Los celestes movían el balón de un lado a otro, con un Gundogan ya más liberado y con De Bruyne sentando cátedra. Ahora sí que aparecían Foden, Silva y Mahrez, que en posiciones intermedias descolocaban las posiciones defensivas de Gueye y Paredes, además de hacer saltar a los centrales para crear espacios y ahí llegó la falta que decidió el partido. En un lanzamiento que parecía franco para De Bruyne, Mahrez consiguió el segundo para los ingleses, tras abrirse la barrera parisina en una situación surrealista. Navas colocó a Verrati tumbado tras la barrera, en esta nueva moda de evitar los lanzamientos por debajo de la misma, pero no contaba con que sus compañeros decidieran abrirse cuando el argelino lanzó a puerta. Ahora el partido estaba más cuesta arriba que nunca para los parisinos, que verían como se iba a poner imposible tras la justa expulsión de Gueye. Si al PSG le costaba hilvanar juego con once en el campo, además de intentar robarle el balón al City, con diez ya le fue imposible. El partido estaba finiquitado y Pochettino decidió que era mejor no encajar más para tener opciones en la vuelta. Retiró a Di María y dio entrada a Danilo, además de a Herrera por Paredes que tenía tarjeta. Entregaba así la cuchara y se guardaba efectivos para el próximo martes y el partido se terminaba sin que se moviera el resultado.
Tras varios intentos con el Bayern y el City, parece que Guardiola está más cerca de repetir final tras su época dorada en el Barça. Con una plantilla superlativa, en la que ha dejado en unas semifinales de Champions a Sterling, Agüero o Gabriel Jesús en el banquillo y que de cinco cambios posibles solo efectuara uno, habla de la superioridad táctica, física y técnica del equipo inglés sobre los demás a estas alturas de temporada. Lo que está claro, es que mostrando el nivel de París en los dos partidos que quedan, el favorito a llevarse la orejona es el equipo inglés. Parece que Guardiola ha dado con la tecla, con una solidez defensiva brutal que quizá en los anteriores intentos no tenía, pero con la idea de siempre, mover y mover el balón buscando los espacios pacientemente para hacer daño al rival. No necesita ni siquiera un delantero centro, como ya hizo en el Barça, ya que tiene algo mejor con De Bruyne de falso nueve, que se convierte en una pesadilla para los centrales y los centrocampistas rivales, apareciendo y desapareciendo a su antojo para mover todo el ataque. Si a esto le añadimos un centro del campo increíble, con mediapuntas, mediocentros y en ocasiones laterales convertidos a centrocampistas que bordan el juego de posición, tenemos un equipo casi perfecto.
Esperando a lo que suceda en la vuelta, en la que el PSG podría sorprendernos, todo apunta a que Guardiola lo ha vuelto a hacer, dando con la manera de conjugar un fútbol atractivo para el espectador y a la vez treméndamente práctico. El Etihad dictará sentencia, pero parece que Estambul está más cerca para el City. Veremos
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