Sobre la Superliga Europea

  Después de mucho tiempo sin escribir, por un cúmulo de circunstancias, este blog retoma su andadura con un tema de actualidad que dará para muchos comentarios. Así que con ánimos renovados, una nueva perspectiva y con la intención de hacer que el lector pase un buen rato leyendo, comenzamos.



 El domingo 18 de abril de 2021 saltó la noticia del año, en cuanto a lo futbolístico se refiere. Atrás quedaba la Copa ganada por el Barça, la eliminación del City en la FA Cup, el golpe final a la Serie A del Inter o el puñetazo en la mesa del Atleti en la Liga. Todo difuminado por una noticia que hacía entrar en ebullición a todas las redacciones, a todos los estamentos y a todos los clubes de fútbol europeos. Doce clubes del máximo nivel, por su cuenta y riesgo, aunque riesgo parece que poco, decidían dar el paso de anunciar una competición independiente entre ellos, saltándose a la UEFA, a la FIFA y a quién se le pusiera por delante. Una Liga cerrada, con sus normas y con unas cantidades astronómicas a repartir entre ellos. ¿Quizá para aumentar la competitividad? ¿Quizá para evitar ridículos contra clubes más pequeños? Aunque parece que la respuesta es mucho más simple; negocio y más dinero, como siempre.

 Cuando hace ya más de 150 años, unos señores ingleses se juntaron para practicar un deporte nuevo al que dotaron de reglas e hicieron oficial, nunca pensaron que llegaría a convertirse en lo que es hoy. De unos años para aquí, el negocio se ha comido al deporte y ya no queda nada o casi nada de la esencia que aquellos señores ingleses plasmaron en las primeras normas. Ahora los grandes clubes son empresas privadas, con dueños que ponen dinero y quieren recuperar su inversión o duplicarla en el menor tiempo posible. No les importa el deporte, solo su negocio. Los propietarios de los clubes son capitales extranjeros, fondos de inversión o familias reales que quieren aumentar su fortuna a costa de un deporte que es mucho más que eso.

 Este nuevo formato, una liga cerrada donde no habrá cabida para más que los que ellos inviten, se carga el fútbol cómo tal. ¿Donde quedarán las gestas del Notthingham Forest, del Leeds United, del Estrella Roja o el Steaua de Bucarest, que consiguieron levantar la Copa de Europa? ¿Cómo un equipo como el Villareal, el Deportivo, el Celta o el mismo Granda este año, se quedarán a las puertas de la gloria europea? Todas esas historias épicas de las que se nutre el fútbol, quedarán en el cajón de los recuerdos y ya no volverán a pasar, salvo que los ricos tengan a bien invitarles a su mesa. Se cargan de un plumazo la esencia del fútbol, competir contra los mejoras para intentar superarles.

 Al final, como todo en la vida, se reduce a una cuestión de dinero. Los ricos quieren más, para poder gastar más y aumentar su distancia con el resto. Quizá para evitar que el Ajax, el Atalanta o el Oporto los elimine en un cruce, o que el Celta haga temblar Old Trafford, o que el Depor pase por encima del todopoderoso Milán, o quizá para que su empresa valga más que Apple y repartir beneficios. La pandemia no ha hecho más que acelerar algo que era cuestión de tiempo, los clubes grandes han dejado de ingresar y los sueldos de Messi, Mbappé, Neymar, De Bruyne, Hazard y demás estrellas no se pagan solos. Da igual lo que cueste, a quién afecte y lo que suponga para el resto, ellos quieren mantener su negocio y sus ingresos. 

   Lejos quedarán los románticos como Le Tissier, que se negó a irse del Southampton a un club más "grande¨ de Inglaterra porque lo que le motivaba era ganarles con su equipo. También las historias del fútbol modesto que arrolla a los gigantes, ganando en el campo con su fútbol a los millones de su rival. Desgraciadamente, este es el mundo donde vivimos, donde el agua ya cotiza en Wall Street y donde el dinero predomina sobre todo. En este blog preferimos a los Le Tissier y a los Notthingam Forest a la Superliga. Odio eterno al fútbol moderno.

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