Guti o el hastío

Para empezar mi andadura en este blog me gustaría dedicarle el primer capítulo a uno de los jugadores más imaginativos que he visto. Jose María Gutiérrez Hernández, Guti.



En sus comienzos en el Real Madrid la comparación (física) con Redondo era inevitable, pero desde su debut en el Bernabéu aquel Real Madrid-Sevilla de la temporada 95/96, Guti empezó a brillar con luz propia y dejó atrás las comparaciones. Su visión de juego y sus pases imposibles quedarán guardados para siempre en la retina de los aficionados al buen fútbol.

Algunos achacaban al de Torrejón que jugaba cuando quería, yo creo que los demás jugaban cuando quería Guti. Lo que más me impresionaba de él era ver como jugaba completamente erguido, como un torero en el paseillo, con una gallardía que llenaba de razones a aquellos que lo trataban de "chulo", pero Guti no lo podía evitar, trotaba por el campo como si el campo girará en torno a él, tocaba y se ofrecía, siempre con la cabeza levantada. Recuerdo que se puso de moda poner los rótulos de los pases acertados de cada jugador junto con los intentados, casi nunca había diferencia y el tanto por ciento siempre era elevado.

 El fútbol se trata de marcar goles, pero a veces la belleza de este deporte radica en como se llega a marcar ese gol, en eso Guti era un artista, trazaba pases entre líneas como el pintor que desliza el pincel en su lienzo, miraba a la izquierda y pasaba a la derecha, como su maestro Laudrup, desplazaba en largo con la misma facilidad que en corto, como su ídolo Bernd Schuster, tenía la precisión de un cirujano, y una pierna izquierda que parecía un putt de golf, su otro amor.

Los más jóvenes recordarán el Tacón de Díos como lo bautizó Marca, pero a ese tacón lo precedió el taconazo desde casi 25 metros tras la salida de un corner que Zidane se encargó de transformar en eterno. Ronaldo Nazario, tras su fichaje por aquel Madrid galáctico, presenció un partido en el palco antes de debutar, le preguntaron cual era el jugador que le había impresionado más, la respuesta fue Guti. Vivió a la sombra de mitos madridistas como Raúl, Zidane o el propio Ronaldo, pero el aficionado que acudía a Chamartín, sabía que en cualquier momento, a Guti se le encendería la lámpara, podía ser un chasquido, un segundo, se paraba, miraba y deslizaba el balón.

Polivalente, jugó de mediocentro, de media punta, de interior e incluso de delantero en la época de Del Bosque, demostrando que el buen futbolista maneja las posiciones a su antojo y no la posición a él. Brilló, como siempre, fue silbado, pero eran silbidos de reclamo, querían más de Guti. Esos silbidos despertaban su orgullo, que a veces equivocaba. Pero cuando el 14 recibía el balón, el respetable se callaba, luego silbarían o aplaudirían, pero en ese instante se hacía el silencio, Guti pensaba y el fútbol pasaba.

Detrás de los nuevos looks, de las irreverencias, de las expulsiones, de los silbidos, de la animadversión de todas las aficiones, estaba el niño que llegó al Real Madrid con 9 años y que se fue sin hacer ruido, desconozco si por deseo de Mourinho o del propio Guti, se fue a Estambul y allí dio sus últimos pases. Y ahí se acabó el genio.

 Guti era un ilusionista, hacía felices a todos, a los que lo veíamos jugar, a sus compañeros cuando le regalaba sus pases de gol y a sus críticos cuando sacaba los pies del tiesto. Por todo ello Gracias.

 Jugadores diferentes, incomprendidos, pero que en algunos, dejan una gran huella. Y eso es lo que lo hacía grande, te gustaba o no te gustaba, pero nunca te dejaba indiferente.

Comentarios

  1. Enhorabuena por tu blog y por tu primera entrada, muy bien escrita.

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    1. Muchas gracias,espero que sigamos leyendonos por aquí.Un saludo

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    2. Gran apertura!!! Totalmente deacuerdo con lo que has escrito, uno de los grandes aun sin ser bautizado como uno de ellos. Enhorabuena

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