Argentina tiene la suerte del campeón

 Cuando uno juega con fuego, tiene muchas posibilidades de quemarse, como casi se queman ayer Francia y Alemania. Argentina, saltaba al campo hoy con la vitola de favorita ante Suiza, pero el favoritismo hay que demostrarlo en el campo.



 La alineación de la albiceleste era la de siempre, con la excepción de Lavezzi por Agüero que estaba lesionado. Esto dejaba al combinado de Sabella con Romero en puerta, Zabaleta, Fede, Garay y Rojo en defensa, con Macherano y Gago por delante y Di María acompañándolos. Arriba la responsabilidad era para el ya citado Lavezzi, junto con Higuaín que partía de punta nato y Messi que jugaba con libertad por todo el frente de ataque. La baja del Kun, era aprovechada por Sabella para dar una banda a Lavezzi y otra a Di María. Durante toda la primera parte, ambos permutaron la banda buscando el desequilibrio, pero la falta de movilidad de los hombres de arriba hacían caer esos intentos en saco roto. Tanto Messi, que entró poco en juego, como Higuaín, no se movían al espacio para buscar el balón, y la poca imaginación de Gago y Mascherano en el pase dejaba todo en manos de una genialidad de Messi. La poblada defensa suiza, que junto a su línea de cuatro formada por Lichsteiner, Djorou, Schar y Rodríguez, ponía por delante a los pivotes Berhami e Inler, y hacían muy difícil que Messi pudiera sacarse algo de la chistera. En el centro del campo, Hitzfeld apostaba por sus tres media puntas, Shaqiri, Mehmedi y Xhaka, dejando a Drmic como único punta.

 Los suizos creaban problemas a Argentina en la banda izquierda, donde Rojo no podía con Shaqiri y no tenía suficientes ayudas. Las primeras ocasiones no tardaron en llegar, y una jugada del propio Shaqiri terminaba con un remate a bocajarro de Xhaka, que un acertado Romero conseguía despejar. Minutos después, otra jugada de Shaqiri, en la que la defensa y Romero se quedaron a medias, acabó en los pies de Drmic, que ante la salida en falso de Romero quiso picar, pero su lanzamiento fue demasiado flojo y no puso  en problemas al meta argentino. Argentina solo creaba problemas a balón parado, pero un gran Djorou despejaba todo lo que podía, y salvaba las malas salidas de un Benaglio al que se le veía inseguro. Una ocasión de Garay, que no tocó por poco, fue la más peligrosa de los argentinos en la primera parte. El partido se iba al descanso, y daba la impresión de que Argentina solo podría sorprender a Suiza a balón parado o en una contra en la que los pillaran desprevenidos. Suiza seguía con su plan, que era esperar a Argentina y cogerlos a la contra. El papel de favorito ya no era tan claro, pero con Argentina uno nunca se puede confiar.

 Comenzaba la segunda parte con un guión completamente distinto, Suiza acusó el esfuerzo de la primera parte y comenzó a echarse atrás. Argentina lo intentaba por el centro, por las bandas e incluso por arriba, pero no había manera. El muro suizo se hacía impenetrable para los argentinos, que en sus ocasiones más claras siempre se encontraban con Benaglio. Suiza se limitó a aguantar en defensa y buscar una contra, pero no había fuerzas suficientes para concretar ninguna. Xhaka se iba del campo para dejar su sitio a Fernandes, en una clara muestra de intenciones del seleccionador suizo de intentar frenar el acoso argentino. Sin embargo, aunque conseguía tapar a Messi, las bandas ya no ayudaban a los laterales y las ocasiones llegaban. Rojo, lateral izquierdo argentino, dispuso de varias ocasiones porque Shaqiri ya no volvía con él. Sabella decidió mover una pieza en su ataque, sacando a Lavezzi y metiendo en el campo a Palacio. Quizá en ese momento, en vez de un cambio pieza por pieza, la mejor solución sería dar entrada a Ricky Álvarez para dotar de mayor movilidad al ataque. El tiempo pasaba y Argentina no marcaba, hasta que Messi dispuso de la mejor ocasión con un disparo que desvió de manera espectacular Benaglio. Luego ya solo quedó una de Messi, que tras regatear a cuatro jugadores suizos daba el balón a Palacio que no controlaba bien. Suiza cambiaba a Drmic por Seferovic, ya pensando en la prórroga y buscando aire fresco. El árbitro sueco pitaba, y Argentina veía como tenía que irse a la prórroga en el partido en el que más había merecido.

 Llegó la prórroga, y en ella vimos un partido completamente diferente. En la primera parte, Suiza se vino arriba y mareó entre Shaqiri y Mehmedi a toda la defensa argentina, que dejaba a cinco atrás para no ser sorprendida. Rojo tenía que dejar el campo porque ya no podía más, y el partido estaba completamente roto. Los suizos se lo creían, y veían que los penaltys estaban más cerca. Sin embargo, y tras el descanso de la prórroga, en el que Messi se agachó para coger aire y dio síntomas de cansancio extremo, Argentina volvió a dar un paso adelante. Como si fuera una premonición, Messi agarró el balón tras una perdida de balón de Lichsteiner, encaró a toda la defensa de Suiza y como si fuera un imán los atrajo a todos hacia él. Esto dejó a Di María sólo en la banda derecha, Leo lo vio y le cedió el balón para que pusiera el 1-0 y la locura en la grada del Arena Corinthians. Argentina enloquecía, y los suizos no se creían lo que había pasado. Pero aún faltaban dos minutos, más el añadido, y fueron los más emocionantes de este Mundial. Suiza se fue con todo arriba, y en su penúltimo lanzamiento de corner, el portero Benaglio intentó una chilena que casi pone patas arriba el planeta fútbol. En el siguiente corner, los suizos dispusieron de la mejor ocasión del partido, pero el primer remate de Schar de cabeza daba en el poste, y cuando parecía que Argentina no podría tener más suerte, el rebote que daba en el mismo Schar se iba por centímetros. Cuando ya solo quedaba un suspiro, un hábil Shaqiri, y digno sucesor de Robben, se inventaba una falta en la frontal del área. Los suizos se abrazaban como si fuera un penalty, toda Suiza contenía la respiración y toda Argentina formaba parte de aquella barrera. El árbitro pitó, Shaqiri cogió carrera y los corazones se encogieron. El balón daba en la barrera, echando por tierra el sueño suizo de los penaltys y daba vida a los argentinos que volvían a recuperar el pulso. Argentina pasaba a cuartos, y Sabella y sus muchachos respiraban junto a cuarenta millones de argentinos.

 Un partido más de octavos que nos lleva a la prórroga, situación que puede generar mucho cansancio acumulado para los cuartos. Argentina da un paso adelante, pero tiene que mejorar muchas cosas, sobre todo la movilidad de sus hombres de ataque y el dinamismo de un centro del campo que a veces parece que juega andando. Bien hoy los centrales y los laterales, pero Romero sigue dando una sensación de inseguridad pavorosa. Argentina avanza, y eso no es bueno para las otras favoritas, ya que con el paso de los partidos se irá afianzando. Hoy Argentina jugó mejor que en todo el Mundial, pero tuvo la suerte del campeón.

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