Mineirazo y golpe de realidad

 Ayer fuimos testigos del mayor ridículo, y de la mayor catástrofe futbolística en la historia de todos los Mundiales. Lo de ayer supera al Maracanazo, por el modo en el que se produjo y por el impacto mundial que ha producido. De aquel día en Maracaná conservamos pocas imágenes, pero lo de ayer quedará grabado para el resto de los tiempos. Brasil fue humillada, arrasada y aniquilada por una Alemania que sí que sabe a lo que juega. Brasil se queda sin llegar a la final de su Mundial, y hay un único culpable, Luis Filipe Scolari.


 Lo que vimos ayer fue un castigo, un castigo que quizá fue excesivo, pero merecido. El juego que había desplegado Brasil, su racanería y su falta de idea futbolística merecían un castigo, y Alemania sacó el rodillo para ajusticiar a los brasileños. Uno de los equipos tenía un plan, el otro no tenía nada más que la historia y el peso de su camiseta. Brasil no fue Brasil en ningún momento del Mundial, salvo un cuarto de hora ante Colombia. Durante todo el campeonato, los creadores del "Jogo Bonito" huyeron de su tradición y se comportaron como un equipo pequeño. Scolari solo quería defenderse, y ha llegado a semifinales gracias a Neymar, sus dos centrales y alguna que otra ayuda arbitral. En un país donde sobran futbolistas, Scolari hizo una lista que a día de hoy sigue resultando incomprensible. El problema, es que aunque fueran otros jugadores de más talento, la idea seguiría siendo la misma. Scolari antepone el que no le hagan goles a hacerlos, y no se ha dado cuenta de que su selección es de las que peor defiende del Mundial. Dejó a Alves en el banquillo porque no daba el nivel defensivo que quería, pero si uno ve el primer gol de Alemania se pregunta si el resto de los defensas lo daban. Seis jugadores de Brasil se van al primer palo, dejando a Muller sólo en el segundo que les hace gol con ¡el pie!. El gol era un presagio de lo que vendría, pero nadie auguraba la humillación que se avecinaba. 

 En el minuto 23, con la jugada del gol de Klose, se abrían los seis minutos que marcarán la historia del fútbol por muchos años. Klose entraba en el olimpo del fútbol convirtiéndose en el mayor goleador en la historia de los mundiales, pero la jugada tenía su miga. Kross, Muller y el propio Klose, se pasaron el balón dentro del área como si jugaran contra niños. Nadie en Brasil se movía, solo un Julio César que pudo parar la primera, pero ya no la segunda. A partir de ahí, la catarsis germana y el harakiri brasileño. Sin tiempo para recuperarse del palo del segundo, un centro de Lahm era rematado de forma espectacular por Kross a la red. De nuevo la defensa brasileña quedaba en evidencia, y aunque Kross hizo un remate impecable, volvía a estar sólo. Llegó el cuarto tras un error en la salida de balón, en la que un atento Kross robó el balón a Fernandinho. Kross entregó el balón a Khedira, que era el jugador más adelantado de Alemania junto con él, detalle a tener en cuenta en lo que a preparación de partido y presión se refiere, y se lo devolvió para que pusiera el cuarto ante un público y jugadores brasileños que no daban crédito a lo que veían. El quinto llegó de manos de Khedira, que se pasó el balón con Ozil en el área hasta que decidieron tirar a puerta. El baño era descomunal, el golpe para Brasil enorme, y la cara de todos los brasileños era un poema. Era el minuto 29 y el partido se había acabado, quedaba una hora y lo que esperaba a los brasileños solo era sufrimiento. 

 Con el comienzo de la segunda parte, los brasileños tuvieron alguna oportunidad, pero se toparon con Neuer. El castigo aumentó cuando Schurrle puso el sexto, que caía como una losa. Cuando ya parecía que nada más podía pasar, Schurrle se inventaba un golazo que ponía el siete en el marcador del Mineirao. Oscar marcó el mal llamado gol del honor, y el partido terminó. Nadie daba crédito a lo que había visto, ni a lo que había vivido. Nunca una derrota había sido tan dura, ni había hecho tanto daño. Las caras eran de incredulidad y de dolor, pero eran consecuencia de un mal planteamiento. Brasil nunca tuvo un plan, su entrenador nunca tuvo una idea para su selección y Brasil terminó pagando. Scolari se lo jugaba todo a Neymar, y así no se puede encarar un Mundial. Brasil tiene jugadores de sobra para jugar bien, y debería tomar ejemplo de Alemania, que ayer le dio una lección de lo que es jugar bien al fútbol y hacerlo como un equipo. Lo primero que deberían hacer los brasileños, es poner a su entrenador en la calle e implantar un modelo deportivo. Que jueguen a atacar, o a defender si quieren, pero que jueguen a algo que es lo mínimo que uno espera de una selección como Brasil. Tiene hasta 2018 para encontrarse a sí misma, y volver a ser esa selección que enamoró al mundo, pero me parece que estos cuatro años van a ser muy duros para cualquiera que se ponga esa camiseta.

 Scolari ha pagado por su racanería, con el mayor ridículo de la historia del fútbol y que lo marcará para siempre. Felipao ya no será recordado por su Mundial de Corea y Japón, pasará a la historia por ser el seleccionador que se llevó siete en semifinales de su propio Mundial. Sesenta y cuatro años después la historia se repite, pero esta vez con una paliza que será recordada siempre. Ayer el fútbol fue cruel con los brasileños, pero hubiera sido mucho más injusto si se llevaran una copa que en ningún momento han merecido. Hoy conoceremos al otro finalista, y el domingo al campeón, pero yo no quisiera ser jugador de Brasil el día del tercer y cuarto puesto. 

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