Batistuta, el gol como castigo

 En nuestro repaso a esos grandes jugadores que jamás ganaron un balón de oro, hoy nos paramos en un goleador de los de antes. Gabriel Omar Batistuta, nacido en Reconquista, provincia de Santa Fé, es el máximo goleador de la historia de la albiceleste.


 Cuando hablamos de Batistuta, hablamos de un goleador clásico. Con unas condiciones físicas enormes, el talento de Batigol era que cada balón que le caía en los pies, terminaba en la portería rival. Y quién dice pies, dice cabeza, ya que su remate con la testa era casi tan potente cómo algunos remates con el pie. Siempre bien colocado, siempre incordiando al defensa, Batistuta era un constante dolor de cabeza para el equipo contrario. Uno no es el máximo goleador de la albiceleste por casualidad, y es que Bati, acabó marcando un total de 56 goles en 78 partidos. En una época en la que se habla mucho de promedios, Batigol terminó su carrera en la albiceleste con un promedio goleador de 0,72 por partido. Al récord del otrora 9 argentino, hay que añadir que es el máximo goleador de su país en fases finales del Mundial. Sus participaciones en USA 94, Francia 98 y el desgraciado para él y su selección Corea y Japón en 2002, las coronó con diez goles. El que les escribe es consciente de que estos récords caerán pronto en manos del marciano Messi, pero mientras ese día no llegue, Batigol seguirá siendo el número uno.

 Comenzó su carrera en Newell's, pero sólo duró un año en el conjunto rosarino. Al año siguiente, y tras haber debutado ya en primera, fichaba por los de la banda sangre. River se hacía con los servicios de Bati, pero la aventura con los de Núñez solo duró un año. En 1990, fichaba por el eterno rival de River. La Bombonera, se convertía así en el nuevo hogar del Bati. En Boca Juniors, al igual que en sus anteriores clubes argentinos, sólo jugó una temporada. Sin embargo el año de su marcha de Boca, no fue para recalar en otro equipo argentino. La Fiorentina había puesto sus ojos en el delantero de Santa Fé, y Bati hacía las maletas con dirección a la Toscana. Lo que no sabía Batistuta, es que en el Artemio Franchi, viviría sus mayores tardes de gloria.

 El legado de Batistuta en Florencia, es aún recordado por los tiffossi del cuadro viola. Su sociedad con el gran Rui Costa, del que pronto escribiremos su merecido homenaje, dieron tardes de felicidad a la parroquia de Firenze. En sus nueve temporadas en el conjunto de la Toscana, Batistuta marcó la friolera de 207 goles en 332 partidos. El palmarés de Batistuta en sus años de viola, fueron la Copa y la Supercopa italianas del año 96. Además de eso, se coronó Capo Cannonieri en la 94/95 con 26 goles.  Goles con la cabeza, de falta, de penalty y sobre todo con su potente disparo con la pierna derecha, hacían de Batistuta uno de los jugadores más codiciados de Europa. Tras su etapa en Florencia, el Artemio Franchi ya se le quedaba pequeño, y tomó el camino de la capital para llegar a la Roma.

 En su etapa romanista, Batistuta coincidió con el joven Totti, que comenzaba a despuntar con los de la loba. Además, el inquilino del banquillo romanista, era un Capello que quería hacer de la Roma un equipo campeón. Con el equipo capitalino, en el cual jugó dos temporadas, Batistuta marcó 33 goles en  86 partidos. Pero el logro más importante en su carrera, sería el Scudetto que ganaron en 2001. La Roma conquistaba su primera liga en una década, y la tercera de su historia. Sin embargo, en la temporada 2003, el conjunto giallorosso decidía ceder al delantero argentino al Inter de Milán. En su etapa interista, Batigol no pudo brillar demasiado. Sus problemas de tobillo comenzaron a pasarle factura, y la competencia en aquel Inter era brutal. Su paso por el conjunto de Moratti, se saldó con 3 goles en 12 partidos. Al año siguiente, Batigol decidió buscar un retiro dorado en el conjunto qatarí Al-Arabi. La media de Batistuta en esta liga menor, fue la media perfecta. Marcó 26 goles, en los 26 partidos que jugó. Sus mermados tobillos, impidieron su sueño de volver a Boca. En Marzo de 2005, Batistuta anunciaba que se retiraba del fútbol. 

 Su trayectoria con la selección, fue mucho mejor que con sus clubes en lo que a títulos se refiere. En su debut con la albiceleste en una competición oficial, la Copa América de 1991, Batistuta se proclamó campeón y anotó 6 goles en 6 partidos. Al años siguiente, en la Copa Confederaciones, sus dos goles en dos partidos dieron el título a Argentina. En la Copa América de 1993, marcó tres goles y su selección volvió a salir campeona. Llegaba el Mundial del 94, y un Batistuta en madurez, coincidía en la selección con dos grandes. Maradona y Canniggia eran el eje atacante de la albiceleste, pero Batigol tenía su sitio. El torneo se rompió para argentina con el positivo de Diego, pero Batistuta cumplió cómo siempre y marcó 4 goles en 4 partidos. Argentina se volvía en octavos para casa, y Batistuta se quedaba con las ganas de llevarse el Mundial. En la Copa América de 1995, tras el fiasco del Mundial, Argentina caía en cuartos de final, pero marcaba cuatro goles en cuatro partidos nuevamente.

 La cita mundialista de Francia 98, se presentaba como la gran oportunidad argentina de revalidar un título que se le resistía desde el 86. Un equipo que contaba con Verón, Simeone, Ayala, Piojo López, Ortega y compañía, estaba llamado a grandes cotas en Francia. Sin embargo en cuartos de final, una gran Holanda con el golazo de Bergkamp en el último minuto, mandaba para casa de nuevo a Argentina antes de tiempo. Batistuta jugó cinco partidos en ese Mundial, y cómo no, marcó cinco goles. La Copa del Mundo del 2002, sería la última cita de Batistuta cómo jugador de la albiceleste. El descalabro de aquella gran selección, que estaba en el grupo de la muerte, fue el punto y final de la carrera de Batistuta con Argentina. El mal juego de los de Bielsa, y la competencia con Crespo, hizo que Batistuta sólo pudiera marcar un gol en los tres partidos jugados. Las cifras de Batigol en los Mundiales, se saldó con 10 goles en 12 partidos jugados.

 Recuerdo una entrevista, en la que Batistuta decía que no veía partidos de fútbol, que para él el fútbol era un trabajo. Y cómo buen trabajador, Batistuta se ganó hasta la última Lira, Euro y Petrodólar que le pagaron. Cuando abandonó el fútbol, se dedicó a jugar al Polo, deporte en el que seguro que seguía marcando goles. Lo que está claro, es que este futbolista tenía un don. El gol acompañaba a Batistuta allá donde él iba. Así que podemos decir, sin termor  a equivocarnos, que Batistuta tenía el gol cómo castigo...divino. 

  



Comentarios

  1. Crack! con un olfato como pocos y una derecha formidable. Date una vuelta por futbol2x3.wordpress.com

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  2. Gracias por el aporte amigo. Los seguiré de cerca. Un abrazo.

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