El Liverpool se acerca al título en su día más especial

 Anfield, se preparaba para una de sus tardes especiales. En el recuerdo, las 96 víctimas de la catástrofe de Hillsborough. Enfrente el candidato número uno al título, un Manchester City al que el empate le podría valer para ser campeón. Todo el estadio, al igual que todos los estadios de la Premier, guardaba el respeto merecido a los aficionados que perdieron la vida aquella fatídica tarde. Era la primera gran oportunidad para los Reds, de acercarse a un título que se le resiste desde hace demasiado.


 Todo empezó bien en Anfield, tras el homenaje, y el retraso de siete minutos por respeto a los fallecidos, el Liverpool tomó el mando del partido. Cómo si de una jugada del destino se tratara, el gol de Sterling, llegaba en el minuto seis. Casi el mismo minuto, en el que se paró aquel partido que nunca debió haber comenzado. Con el tempranero gol Red, y con la lesión de Yaya Touré, todo pintaba negro para los citizens. El equipo de Pellegrini, veía cómo se le escapaba una liga que tenía en su mano. El gol de Skrtel, hacía soñar a Anfield con un plácido triunfo que los pondría por fin cómo primer clasificado real de la Premier. El City aún tenía dos partidos aplazados, y de ganarlos sería líder si conseguía puntuar en Anfield. Un gran Sterling, que jugó una enorme primera parte, volvió loca a la defensa del City. El otro "incordio" habitual, Luis Suárez, mantuvo una pelea constante con Demichellis y Kompany. Coutinho tenía un hueso duro de roer con Zabaleta, y el duelo entre el argentino y el brasileño fue de lo mejor del partido. El Pool se iba al descanso con dos goles de ventaja, y con la sensación de que todo estaba un poquito más cerca. 

 Sin embargo, y con el comienzo de la segunda parte, la defensa del Liverpool desapareció, y Silva aprovechó la situación para dar una nueva exhibición de toque y pase. El genio canario, tiraba paredes con todo aquel que se movía en el City. Aparecía en todas las zonas del frente de ataque citizen, combinaba con su socio Nasri y el peligro no cesaba para la meta de Mignolet. La entrada de Milner por Navas, aportó mucho trabajo a la banda derecha del City, que vio cómo recortaba diferencias con el gol de Silva. Tras el gol, la defensa de los Reds entró en estado de shock. Perdieron las marcas y las posiciones, y el City aprovechó el desbarajuste. El gol en propia puerta, hizo que las piernas de los defensas Reds comenzaran a temblar. Dzeko, antes de dejar su sitio a Agüero, pudo poner por delante a los de Pellegrini en una jugada en la que el conjunto de Rogers se lío intentando sacar el balón. Con la entrada del Kun, parecía que la moneda caería del lado citizen. El argentino, en una jugada marca de la casa, movía con el cuerpo a Skrtel y encaraba la portería de Mignolet. Silva entraba sólo por el centro, y el Kun asistió al canario. Por poco, el balón se le escapó al veintiuo, que no pudo conectar con el esférico. De haberlo hecho, el partido hubiera cambiado del todo, y quizá también la liga.  

 A falta de diez minutos, y con el City viniéndose arriba, el balón cayó en los pies de Coutinho. El brasileño enganchó el balón en la frontal, y ni Zabaleta, ni Hart pudieron frenar el tiro. Anfield enloquecía, y ya solo quedaba aguantar el acoso final del City. Ese acoso no fue tal, ya que Rogers movió el banquillo, el juego se paró y casi no hubo oportunidades para el City. Unos cuantos balones al  área, en el que pudo haber unas manos de Skrtel, fueron el sufrimiento que tuvieron que aguantar los aficionados de Anfield. Para colmo, el árbitro añadía cinco minutos y Hendersson era expulsado en el descuento por una salvaje entrada a Nasri. Las caras de los aficionados, eran una mezcla entre expectación y ansiedad por escuchar el pitido final. Cuando el árbitro pitó, todo Anfield estalló en un grito de liberación. Todos los jugadores del Liverpool corrieron a abrazarse a un Gerrard, al que casi le saltaban las lágrimas. El capitán de los Reds, consciente de lo que habían conseguido, veía cómo ese título que se resiste desde hace veinticinco años está más cerca que nunca. La larga travesía en el desierto, parece que puede llegar a su fin en pocas semanas. El Liverpool, no pierde en liga desde aquel ya lejano partido contra el Chelsea. Ahora sólo quedan cuatro partidos, y cómo Gerrard dijo a sus compañeros en el corro final, ya no se nos puede escapar. 

 Ahora ya todo depende del Pool, que haciendo lo mismo que sus rivales en las cuatro jornadas que quedan, volverá a levantar el trofeo que los aficionados de Anfield más desean desde hace años. El propio Gerrard, aún era un niño cuando el Liverpool ganó su última Premier. Si todo va cómo debiera, el capitán Red, tendrá una foto más que añadir a su colección tras la de aquella final de Estambul. Quizá Steven se lo merece más que nadie, por su amor y fidelidad al Liverpool. Cuando un jugador siente tanto los colores, y ve cumplido el sueño de ganar con su equipo de toda la vida algo que se resiste tanto, dota a la gesta de una mayor emoción. A Gerrard y al Liverpool le quedan cuatro partidos, los más importantes en los últimos veinticinco años. Luis Suárez y compañía no dejarán sólo al capitán, y la afición de Anfield tampoco. No habría mejor homenaje a los fallecidos en Hillsborough, que en la última jornada ante el Newcastle en Anfield, Gerrard elevara la copa al cielo de Liverpool y terminara así con la maldición Red. Lo que si está claro, es que cómo reza el himno de los Reds, nunca caminarán solos. 

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