Carlo, así no

   El agónico triunfo madridista de hoy, no sirve más que para no perder la estela de Atlético y Barcelona. Pero el equipo de Ancelotti, ha vuelto a dejar una imagen que dista mucho de la que se esperaba a principio de temporada.


  La alineación del italiano, dejaba entrever que el equipo blanco se conformaba con que no le hicieran gol y conseguir ponerse por delante en el marcador para conseguir los tres puntos. De nuevo, la dupla formada por Khedira y Modric, fue incapaz de enlazar con los jugadores de ataque madridista. Lo preocupante, además de la nula conexión entre sus dos medio centros, es la alarmante baja forma física de Isco y Benzema. Tanto el malagueño, como el francés, no atraviesan por su mejor momento físico, y en el caso del francés, puede que también anímico. Quizá la única buena noticia para los blancos, es la recuperación de Varane, que a nada que mantenga un buen ritmo competitivo, dejará en el banquillo a Pepe. Sin embargo, los problemas para el técnico transalpino se acumulan, la nula participación de Arbeloa y Coentrao en ataque, dejaban en manos de Di María, todo el peligro del ataque blanco, ya que Cristiano no apareció en la primera parte. 

  Tras el descanso, el Real Madrid, volvió a ser el mismo equipo plano, que no enlazaba con sus jugadores de ataque, y al que en una contra, en la que Arbeloa se quedó dormido, un balón a la espalda de Varane, acababa con el gol de Diawara, que ponía el partido muy cuesta arriba a los de Ancelotti. Y es que parecía que el único peligro blanco, podría llegar a balón parado, y en un despiste de Xumetra, Ramos conseguía empatar el partido tras un saque de esquina que se convertía en la tabla de salvación blanca. Sin embargo, ahí no acabarían los problemas blancos, que ya habían hecho el cambio más ofensivo que podía hacer en ese momento, dejando a Coentrao en el banquillo y metiendo a Marcelo en el campo. Y es que la profundidad, y la sensación de peligro que crea el brasileño, no consiguen crearla Arbelo y Coentrao juntos. Pero un balón largo del portero levantinista, que pretendía tirar el balón fuera para que Diop pudiera volver al campo tras ser atendido, terminaba en los pies de Barral, que aprovechando la caraja de la defensa blanca, asistía a El Zhar, que ante la pasividad de Khedira y con el permiso de Diego López, ponía el 2-1 en el marcador. Morata ya había entrado por Isco, con la esperanza de que cazara algún balón, cómo ya había hecho el año pasado salvando los muebles en el último minuto, y así fue. En una combinación, entre el recién ingresado Jesé, que entró por Benzema, y Varane, que ya ejercía de delantero centro, Morata se revolvió en el área y ponía un 2-2 que se antojaba cómo resultado final. Pero con el Real Madrid, nunca se puede decir que un partido está acabado, ya sea por la calidad de sus jugadores, o por el empuje que ponen en los minutos finales. Y en el último minuto del descuento, un balón caía en los pies de Cristiano, que con un tiro cruzado, que tocó en Juanfran, daba el triunfo final a los madridistas, ante la atónita mirada de un Caparrós que veía cómo se le escapaba un triunfo que tenía en el bolsillo.

  Pero cómo decíamos el otro día, tras el partido de Champions ante el Copenhague, mal haría el aficionado madridista dejando que los árboles no le dejaran ver el bosque. Con esto, no queremos restarle mérito a las victorias madridistas, que está claro que lo que importa son los tres puntos en ambas competiciones, pero la sensación que da el equipo blanco, es que es un equipo que no sabe a lo que juega. Un equipo, que no tiene un once tipo, ni un sistema definido. Puede que sea debido a la baja forma física de algunas de sus figuras, o la ausencia de un Xabi Alonso, al que se espera como agua de Mayo, pero el equipo blanco no carbura. No transmite peligro a sus rivales, y sin embargo cada acción rival, hace temblar a una defensa que no atraviesa su mejor momento. Y puede que no sea solo culpa de los defensores, sino también de un centro del campo totalmente desdibujado, y de unos atacantes que se desentienden totalmente de la defensa, a excepción de Di María. Cada vez que atacan al equipo de Ancelotti, da la sensación de que es un equipo roto. Cinco defienden, y otros cinco miran, y eso en Europa, o contra los equipos grandes de la Liga, acaba pasando factura. 

   Sea como fuere, tras el parón de las selecciones, Ancelotti tiene mucho trabajo, ya que debe pensar a que quiere jugar, y sobre todo cómo. Tiene tiempo para pensarlo, pero lo que está claro, es que así no Carlo. 

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