Fran, cuando el balón cobra sentido

    Seguramente, el nombre de Francisco Díaz Fontenla, no les diga mucho a los que lean este artículo. No es un gran jugador, ni un gran entrenador, ni una persona famosa relacionada con el fútbol. Este artículo va dedicado a una persona especial, que hace que el fútbol cobre mucho más sentido. Cómo lo prometido es deuda, allá vamos.

   Esta es la historia de un vigués de 28 años, apasionado del fútbol, pero sobre todo del club de su ciudad natal, el Real Club Celta de Vigo. Sería una historia de un aficionado más, pero la de Fran encierra algo especial. Aquejado de una enfermedad, que desde su nacimiento, lo ha llevado a tener que desplazarse en una silla de ruedas motorizada, y que más recientemente, lo ha obligado a estar conectado a un respirador artificial que lo ayuda a hacer el trabajo que su cuerpo no puede soportar. Fran es todo un ejemplo de superación y de ilusión. Pero esta no es una historia sobre la enfermedad de Fran, ni de los problemas a los que se tiene que enfrentar a diario, ni sobre los esfuerzos de sus familiares y amigos por hacerle la vida más amena. Esta es una historia sobre la ilusión, sobre la ilusión que desata en una persona que disfruta del balón aunque jamás haya podido golpear uno, ni correr detrás de él. Pero esa es la magia del balón, que te atrapa y ya no puedes escapar.

    La pasión de Fran por el fútbol viene de lejos, lo recuerdo con su silla motorizada en mitad del campo de fútbol sala que hay debajo de mi casa, pidiendo que le pasaran el balón, que estaba solo. Todos los que jugaban, hacían oídos sordos a las llamadas de Fran 3 de cada 4 veces, pero de vez en cuando, alguien se hacía una autopared con las ruedas de su silla. Aunque Fran no sintiera el balón, porque sólo golpeaba levemente en su silla, su cara se convertía en una sonrisa gigante al haberse convertido en parte del juego. Eso no era más que el principio, pues luego empezó a animarse más y más y ya conducía el balón con la silla. Seguía animándose y cuando no había "partido", pedía que le pusieran el balón en los pies, así sentía el tacto del balón, intentaba controlarlo sin que se le cayera, pero la gravedad podía con la ilusión. Otras veces pedía que le enviaran el balón raso, para acercarse con su silla y golpearlo con las ruedas para meterlo en la portería, sus gritos de gol se oían tres calles más arriba. Fran se venía arriba e incluso se atrevía a quedar de portero, la única condición era tirar raso y lo suficiente despacio para que pudiera desplazarse de palo a palo, al igual que cada vez que marcaba un gol, los gritos de sus paradas parecían los gritos de un portero que acaba de dar la Champions a su equipo. 

   Pero la pasión de Fran iba más allá de la práctica de su deporte favorito. Socio del Celta desde pequeño, era y es un asiduo a Balaídos. Da igual que llueva o que las temperaturas estén cerca del cero, Fran se pone su gorro y su bufanda del Celta para animar a su equipo. Pronto empezó a interesarse por los jugadores, tanto por los locales cómo los que venían a enfrentarse a los celestes. Acudía a la zona de salida de los vestuarios, y con su inconfundible voz, gritaba y gritaba hasta que conseguía que los jugadores se le acercaran. Debido a su insistencia, Fran siempre conseguía el autógrafo de los jugadores que más le gustaban o incluso una foto, pero empezó a pedir la camiseta a sus jugadores favoritos. Esto comenzó a ser una práctica habitual, y tras mucho insistir, acababa siempre llevándose algún tesoro para casa. Coincidiendo con la mejor época celtista, Fran tuvo la oportunidad de conseguir la camiseta de algunos grandes europeos. Pero lo que había comenzado como una afición, terminó convirtiéndose en una gran colección. A día de hoy, Fran tiene una colección de 35 camisetas de diferentes clubes españoles y europeos, junto con un gran surtido de camisetas del Celta. 

      Hace poco más de un más de un mes, su hermana tomó la iniciativa de avisar a todos los amigos y conocidos de Fran, para inmortalizarse todos con las camisetas de su colección. La iniciativa tuvo éxito, y prueba de ello fue el reportaje que el Faro de Vigo realizó días después sobre la historia de las camisetas de Fran. Su cara aquel día era la misma que cuando conseguía marcar un gol, o cuando paraba algún balón. Nuevamente el balón, y todo lo que lo rodea, sacaba a nuestro protagonista una sonrisa. Fran ya es un habitual de las presentaciones celestes, se fotografía con el fichaje de turno y de manera muy sutil le pide la camiseta, no siempre la consigue, pero afirma tener algunas "apalabradas". No hay presentación, ni acto del club que no cuente con su presencia, y el bueno de Fran siempre intenta hacer de las "suyas".

   Pero cómo decía al principio del artículo, puede que Fran no les suene de nada a muchos, pero la gente como Fran es la que hace que este deporte, a veces llamado negocio, tenga sentido. Cuando uno ve la sonrisa que adorna la cara de Fran cuando interactua con cualquier jugador, se da cuenta que la felicidad de los demás se puede conseguir con un pequeño gesto. Por Fran y por todos los que tienen su ilusión, el balón cobra más sentido que nunca. 

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