El Atlético golpea primero

 La alargada sombra de la dimisión de Rosell, hizo que los focos se situaran en la rueda de prensa del ya ex-presidente culé en vez de en el partido que iba a disputarse en el Calderón. En liza, los dos equipos más peligrosos el uno para el otro de la competición. De un lado, el entramado defensivo Atlético, impenetrable para casi todos los equipos, y del otro el ciclón atacante del Athletic de Bilbao.



 Tanto Valverde, cómo Simeone, conscientes de que la eliminatoria se decidirá en el nuevo San Mamés, introdujeron piezas nuevas en sus puzzles. Simeone apostó por un 4-3-3 que no dio sus frutos en la primera parte, ya que el argentino contaba con que el Athletic le presionara más. Por su parte, Valverde decidió que era mejor esperar al Atleti que ir a buscarlo. Las novedades en ambos onces, sobre todo en los locales, hicieron menos reconocibles a ambos equipos en la primera parte. La entrada de Guilavogui en el centro del campo colchonero, hacía que la elaboración atlética quedara en manos de Koke y Raúl García. Un Adrían desafortunado, falló un mano a mano claro con Herrerín, jugaba escorado a la derecha, dejando la izquierda para el Cebolla. En la punta de ataque, un Diego Costa que ya empieza a estar un poco desquiciado por su falta de gol. El hispano-brasileño, que dispuso de una clara ocasión a la salida de un córner, empieza a padecer la ansiedad que persigue a los grandes goleadores cuando empiezan a ver que el balón no entra. Rememorando palabras del gran Ruud Van Nistelrooy a Higuaín, el gol es cómo un bote de ketchup. "A veces no sale nada por mucho que lo intentes, y luego vienen solos". Esto puede que sea lo que le esté pasando a Costa, a principio de temporada casi no tenía que agitar el bote, y ahora no deja de darle vueltas para que caiga algo. Su ansia, la acabó pagando Laporte, que primero se llevó un agarrón del delantero cuando ambos caían, y luego una plancha que merecía ser la segunda tarjeta para el delantero rojiblanco. El árbitro y el línea prefirieron evitarse la tarjeta, y el delantero siguió peleando contra su particular molino de viento.

 Por su parte, Valverde salía con un once con caras nuevas, pero con jugadores que están jugando habitualmente. No era una alineación tan novedosa cómo la de Simeone, pero los Sola, De Marcos e incluso Ibai no suelen ser de la partida. En la portería, el ex atlético Herrerín que volvía a casa, ocupaba su sitio cómo portero de Copa. La diferencia de este Athletic al que normalmente juega en San Mamés, es que hoy el equipo estuvo más comedido. Quizá por el miedo a que el Atlético marcara más goles de los que pudiera remontar en San Mamés, o bien porque Ander Herrera no entró demasiado en juego. Desde mi punto de vista, el juego de los leones se canaliza totalmente por las botas del 21. Si Ander tiene un buen día, la pelota no para de moverse. Sin embargo, si Herrera no aparece, la luz es un poco más tenue para los vascos. Bien es cierto, que al volver Mikel Rico, ayuda en la elaboración a Ander, pero hoy él e Iturraspe estaban más pendientes de su espalda que de sus incorporaciones al ataque. El resultado, fue un Athletic que esperaba a los de Simeone y que no se atrevía a ir directamente a por el partido.

 Cuando parecía que la primera parte no sería más que un tanteo entre ambos equipos, un centro perfecto de Koke desde la banda derecha, era rematado por Godín en el área de los de Valverde. La defensa vasca, que había hecho bien el fuera de juego, dejando a dos posibles rematadores sin opción a jugar el balón, no contaba con la entrada del uruguayo desde atrás. Godín, que entró cómo si se jugara la final de los cien metros lisos, pilló parada a la defensa vasca. Herrerín no pudo más que recoger el balón de las mallas, y Godín celebraba el gol contra la red que evitó que acabara subido a la grada del Frente Atlético. El gol no trastocaba los planes de ninguno de los entrenadores, y se llegaba al descanso con la polémicas sobre la no expulsión de Costa. Tras el mismo, Simeone se atrevía a dar un cariz más ofensivo a su equipo dando entrada a Gabi por Guilavogui. De esta forma, ante la poca presión del Athletic, se aseguraba tener más dominio de balón. Del otro lado, Valverde quitaba a un poco participativo Ibai para dar entrada a Susaeta. El cambio del Txingurri era pieza por pieza, esperando que la estrategia de la primera parte funcionara también en la segunda. Simeone no lo veía claro, y daba entrada a Arda por el desafortunado Adrián. Valverde también movía ficha, pero para hacer lo mismo que en el cambio anterior, pieza por pieza. Aduriz entraba por Sola, y el Athletic se asomaba tímidamente. Mediada la segunda parte, Simeone decidió meter toda la carne en el asador. Villa entraba en el campo por el Cebolla, esperando así que el Athletic dominara el encuentro para poder cazarlo en una contra. Sin embargo, el Athletic y Valverde no cayeron en la trampa del Cholo. El Athletic se venía un poco arriba, pero no en las oleadas a las que nos tiene acostumbrados en San Mamés. Valverde agotaba sus cambios dando entrada a Beñat por Ander, esperando que el 7 le diera una alegría a balón parado. El partido parecía que no se movía, y el resultado terminó siendo el mismo que tras el descanso. Si yo fuera aficionado atlético no me fiaría del resultado, pero tampoco lo haría siendo aficionado del Athletic. El resultado es peligroso para los de San Mamés porque van perdiendo, sin embargo la renta no es demasiada. El problema, es que hacerle un gol a este Atlético es muy díficil. Si en San Mamés sale desatado a por el partido, le hará el trabajo a Simeone, que a la contra esperara sentenciar la eliminatoria.

 Un partido en el que había puesto muchas esperanzas, se jugó demasiado con la mente puesta en la vuelta. La conclusión, es que el nuevo San Mamés dictará sentencia. Veremos si el empuje de los de Valverde puede con la muralla de los de Simeone, o si por el contrario ese empuje se vuelve en su contra. La solución el miércoles que viene, mientras tanto, seguirán hablándonos de Rosell...

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