Zlatan Ibrahimovic, un rey sin corona

    Aunque naciera en Malmo, Suecia, en 1981, por las venas de Zlatan Ibrahimovic corre sangre balcánica. De padre bosnio y de madre croata, Zlatan creció en el barrio de Rosengard, un barrio de emigrantes de la ciudad sueca. Los que conocen al delantero sueco, dicen que allí se forjó su carácter. Ese que más de una vez, ha traído problemas al genio sueco.


    Zlatan, que significa "de oro" en bosnio, no podría definir mejor al delantero sueco. Con una infancia complicada, ya que nos cuentan que tuvo que sufrir las burlas de sus compañeros de colegio por su fuerte acento balcánico. Esta situación, hizo que Zlatan desarrollara una fuerte personalidad que a veces lo ha hecho caer en la soberbia y la irreverencia. Cinturón negro de taekwondo, de ahí su gran elasticidad, el sueco optó por un deporte individual, en el que sólo él ganaba o sólo él perdía. Sin embargo, Zlatan, también lo combinaba con el fútbol. Comenzó a practicar el deporte rey a los ocho años, pasando por diversos equipos de su ciudad natal. En un impulso de los que suele tener Zlatan, a los quince años, estuvo a punto de dejar el fútbol para trabajar en el puerto de Malmo. Su agente lo convenció, y consiguió llegar al equipo de la ciudad, el Malmoe FC. Jugó allí durante tres temporadas, hasta que los avezados ojeadores del Ajax pusieron sus ojos en él. Era traspasado al Ajax por 7,8 millones de euros, el traspaso más alto de un jugador que salía de la liga sueca hasta el momento.

  Llegaba a un Ajax, que en aquel momento era entrenado por Ronald Koeman. El holandés, depositó su confianza en el delantero sueco desde el primer momento. Zlatan, tras un período de adaptación al fútbol holandés, se coronó campeón de la liga holandesa en la temporada de su debut. En la temporada siguiente, consiguió llegar a las semifinales de la Champions, donde sólo el Milán logró eliminar a los holandeses. Su última temporada en el conjunto de Amsterdam, la saldó con el probablemente mejor gol que haya marcado nunca. En un partido ante el Breda, tras disputar un balón a un defensa rival, y gracias a su poderío físico, Zlatan se hacía con el cuero. Arrancaba la jugada pasados los tres cuartos de campo, y comenzó a driblar rivales cómo si fueran conos. Sorteó al primero, al segundo, tiró al tercero, amagó con el cuarto y sentó al último con un regate brutal. Cuando ya se había cansado de tumbar rivales, definió con la tranquilidad de los grandes. Un toque suave, que terminaba con el balón en la red. Zlatan, culminaba su obra maestra con los brazos abiertos, en un gesto que se ha convertido en su sello propio de celebración. Zlatan abre los brazos, desafiando al mundo a que alguien lo haga mejor que él. Y hasta el día de hoy, no he visto a ningún jugador de su altura y envergadura realizar una jugada semejante. Simplemente, una obra maestra, que quedará en el recuerdo colectivo. 

  Los grandes de Europa, ya habían puesto los ojos en el pivot que manejaba el balón cómo los ángeles. La Juventus de Turín, tomó ventaja sobre el resto, y se llevó al delantero sueco por la nada despreciable cantidad de 19 millones de euros. Allí lo esperaba un Capello, que veía en Zlatan el heredero natural de Van Basten. Zlatan no defraudó a Fabio, y la Juve se alzó con la liga con 15 tantos del sueco. Fue nombrado mejor jugador extranjero del Calcio, y la estrella de Zlatan comenzaba a brillar con una intensidad más global. Al año siguiente, repitieron título de liga con 16 goles de Zlatan. Sin embargo, en Europa, el Arsenal los dejó en la cuneta en los cuartos de final. Al final de temporada, se destapó el Moggigate, el escándalo de compra de partidos que envío a la Vecchia Signora a la segunda italiana. Los turineses, no pudieron retener a todas sus estrellas, y Zlatan terminó siendo traspaso al Inter de Milán por 24,8 millones de euros.

  Zlatan llegaba a Milán, con aura de estrella, y no defraudó. En sus tres temporadas cómo interista, el sueco se hizo con un total de tres ligas italianas. En 112 partidos con la neroazurra, el sueco marcó la friolera de 66 goles. En su último año, coincidió con José Mourinho, el entrenador que más ha marcado al sueco según comenta en su biografía. Sin embargo, Zlatan no tenía buena relación con la hinchada interista en su último año. En un equipo en el que coincidieron él y Balotelli, los tiffossi la tomaban con ambos cuando venían mal dadas. En un partido en casa, tras marcar un gol, Zlatan dedicaba gestos obscenos a la grada tras ser pitado durante el partido. La situación no era fácil para el sueco, y desde Barcelona, llegaban cantos de sirena para su marcha al equipo de Guardiola que en aquel momento suspiraba por el sueco. Tras una tensa negociación, y en una operación en la que entró Eto'o, fue traspasado al Barça por una cantidad que nunca ha llegado a ser clara. 

  Llegaba a Barcelona, cómo el referente por el que Guardiola suspiraba. Un delantero centro, con el que el equipo pudiera combinar y que les diera un plus en el juego aéreo. La teoría, nos indicaba que el enorme talento de Zlatan, encajaría a la perfección en el sistema Guardiola. Un prodigio técnico, con un físico que necesitaba el Barça entre tanto genio "pequeño", apuntaba a que haría aún mejor equipo al gran Barça de Guardiola. Era el año en el que el Barça podía completa su famoso pleno, y Zlatan comenzó participando en la Supercopa de Europa ante el Shaktar y las sensaciones fueron buenas. El equipo se llevó el título en la prorroga y tras conquistar la Supercopa de España ante el Athletic, sólo quedaba el Mundial de clubes para pasar a la historia. Llegó la cita, y los de Guardiola se convirtieron en eternos. Se convertían en el primero, y único equipo de la historia capaz de conseguir todos los títulos posibles en un año. Sin embargo, la relación de Zlatan con Guardiola comenzó a ser distante. Y el sueco comenzó a ver algunos partidos desde el banquillo, entre ellos el derbi ante el Real Madrid, en el que cuando entró terminó marcando el gol del triunfo culé. La temporada llegaba a su punto álgido, cuando el Inter de Mourinho se cruzaba con los culés en las semfinales de la Champions. Guardiola apostó por Zlatan en la vuelta, y es parte de una de las imágenes más repetidas de aquel partido. Zlatan se acerca a Pep a que le de unas instrucciones, Mourinho se acerca por detrás y les dice algo a ambos, que miran con incredulidad al luso. El resto, ya es de sobra conocido por todos, el Inter pasó y el Barça se quedó sin su ansiada final en el Bernabéu. Sin embargo, el final de temporada, en el que Messi empezó a ocupar su nueva posición cómo referencia, relegó a Zlatan al banquillo, que terminó siendo traspasado al Milan por 24 millones de euros. Zlatan, salió de Barcelona tarifando contra Guardiola, acusándolo de Filósofo y de que tenía miedo a enfrentarse con él.

   En Milán, lo esperaban con los brazos abiertos, y en su primer derbi lombardo, anotó el gol que terminaba con la imbatibilidad de los neroazurros cómo locales. De esta forma, Zlatan se tomaba su cumplida venganza con los tiffossi interistas. Ese año, se proclamaría campeón de la serie A nuevamente. Consiguiéndolo con tres equipos diferentes, que añadido a sus títulos con el Barça de Pep, lo coronaban cómo el jugador sueco más laureado de la historia en las grandes ligas. Al año siguiente, el Milan sólo puedo ser subcampeón ante una gran Juve, y Zlatan fue máximo goleador de la Serie A con 28 goles en el que sería su último año en Italia. El Milan, acuciado por problemas económicos, se vio en la obligación de vender a sus estrellas al nuevo rico de Europa, el PSG. Zlatan y Thiago Silva, cogían la maleta rumbo a Paris. El desembolso por el sueco, esta vez de 20 millones, lo convertía en el jugador por el que más dinero se ha movido en la historia del fútbol.

    Zlatan llegaba a Paris, con la intención de situar al conjunto parisino de nuevo en el panorama internacional. En su primera temporada, el PSG, entrenado por Ancelotti, no consiguió hacerse con Le Championat. Sin embargo, cuando el equipo se asentó, y con las nuevas incorporaciones, los parisinos consiguieron alzarse con su tercera Ligue la temporada pasada. El año pasado, en la Champions, fue eliminado por el Barça, que no consiguió ganarle ninguno de los dos partidos a los parisinos, pero que se clasificó por el golaverage. Zlatan, consiguió convertirse en el primer jugador en conseguir marcar en la máxima competición continental con seis equipos diferentes. Además de eso, se convirtió en campeón de Liga con seis equipos diferentes, en cuatro países diferentes. Un registro al alcance de muy pocos, y que tardará mucho en ser superado. Otro récord para Zlatan, es que se convirtió en el segundo jugador capaz de marcar 30 goles en el Championat tras el gran Papin. 

   Y es que cuando hablamos de Zlatan, hablamos de un jugador especial. Un jugador capaz de lo mejor y de lo peor, de ganar un partido o de desquiciarse y abandonarlo antes de que termine. Un genio, capaz de marcar un gol de espuela a un Buffon que se quedó boquiabierto. Capaz de marcar un golazo de chilena desde fuera del área, a un Hart que no daba crédito. Un jugador de casi dos metros, que maneja el balón cómo si midiera un metro y medio. Una técnica prodigiosa, unido a una potencia brutal que lo convierte en un delantero diferente. El taekwondista que juega al fútbol, y que nos regala acciones de una plasticidad increíble gracias a sus enormes piernas. Un talento, al que sólo lo supera su ego, y quizá ese sea el gran pero de Zlatan. Recuerdo una frase, al ser interpelado por un periodista italiano sobre que le iba a regalar a su novia que estaba de cumpleaños. Zlatan, ni corto de perezoso, contestó: nada, ya tiene a Zlatan. Genio y figura en todos los aspectos, el sueco nunca deja indiferente. 

   Hoy, tiene un match ball ante Portugal, en un partido al que le falta la vuelta. Pero que nos va a dejar a uno de los grandes jugadores del momento, Cristiano o Zlatan, sin Mundial. Pase lo que pase, el Mundial quedará huérfano de una de las estrellas del momento. Lo que nos queda claro, es que debido al handicap de su selección, Zlatan nunca ganará un torneo importante a nivel internacional. Cómo otros muchos, no se llevará un premio individual que culmine su carrera, pero Zlatan es para mí uno de los mejores delanteros centros de la historia. Un talento brutal, al que pocos reconocen su valía y su enorme calidad. Yo, lo querría siempre en mi equipo. 

   La conclusión, es que el chico de Malmo, y que su nombre significa "de oro", terminará siendo un rey sin corona. Pero conociendo a Zlatan, seguro que él mismo se fabrica una. Genio. 

    

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