Cruyff, el principio del fútbol moderno

   Este artículo va dedicado al holandés que dio paso al fútbol moderno, en dos ocasiones, tanto como jugador primero y luego como entrenador. A veces odiado, a veces amado, siempre incomprendido, con una personalidad arrolladora y con un carácter indomable, el Flaco gusta o no, pero jamás deja indiferente.


   Desde este pequeño altavoz, quiero rendir mi pequeño homenaje, al para mí impulsor del fútbol moderno. Desde sus inicios como jugador, el Flaco destacó por su cambio de ritmo y por una visión de juego nunca vista. Y fue su famoso cambio de ritmo, unido a una prodigiosa técnica, lo que lo convirtió en el jugador del momento. El holandés, que parecía que tenía ojos en la nuca, por su conocido regate en el que se giraba con una finta y dejaba sentado al defensa, era una de las señas de identidad del holandés. No he tenido la suerte de ver a Cruyff en directo, todo ha sido a través de vídeos y documentales. Pero desde la primera vez que lo vi, mi curiosidad por la carrera del Flaco, creció y creció hasta que conseguí reunir el material suficiente para poder dar una opinión. Pero el objeto de este artículo, no es desgranar la carrera de Cruyff, sino alabar los cambios que produjo en el fútbol moderno. Claro está que no es un camino que haya hecho solo, pero si que ha sido la cabeza visible de todo ese gran cambio que intentaremos explicar. 

   Su maestro fue Rinus Michels, y gestor de aquella Naranja Mecánica, que por caprichos del destino y de la gran Alemania de los Beckembauer, Muller y compañía, les negó el título que se merecían para que su legado fuera eterno. El estilo de aquel equipo será recordado para siempre, incluso se acuñó la expresión de que practicaba el Fútbol Total, ya que todos los jugadores del campo, fuera cual fuera su posición, podían manejarse en cualquier parte del campo y tratar el balón de la misma manera que los demás, cada uno con sus limitaciones claro. Pero los Nesskens, Krol, Rep, Rensenbrink y el propio Cruyff, eran unos prodigios de técnica. La jugada que define el estilo de esta selección, se resume en los primeros minutos de la final del Mundia de Alemania de 1974. Tras el saque de centro, y numerosas combinaciones entre los jugadores holandes,  el balón llega a los pies de un Cruyff, que desde el pitido inicial tenía a Vogts, como compañero de baile para toda la final. Johan aguantó el balón a la altura de la medular, todos sus compañeros se encontraban en una situación de pase óptima, y todos por delante del balón y en disposición de recibirlo. Pero el genio de Amsterdam, hizo una pausa, como el torero que desafía al toro, y encaró a Vogts, con un cambio de ritmo brutal, dejó al alemán en evidencia, ingresó en el área y la única manera de pararlo fue haciéndole penalty. Neeskens transformaba la pena máxima, y el sueño Naranja parecía un pasito más cerca. Pero Vogts se tomó la tarea de marcar a Cruyff a rajatabla. Y durante el resto de la final, el Flaco no volvió a aparecer. El penalty transformado por Breitner y el gol de Muller, tornaban negro el sueño naranja. Pero más allá de la derrota, quedaba el legado, ese legado no era otro que el cambio en el fútbol moderno, pero sobre todo en su concepción. 

    Aquella Naranja Mecánica, consiguió enamorar al mundo por su alegría, por demostrar que la técnica no estaba reñida con ninguna de las posiciones del campo. Demostraron que el balón y su posesión, eran lo más importante, que a partir de tener el balón, se podía ganar a cualquiera. Y todo ello gracias a una técnica exquisita y al cambio de ritmo de Cruyff, que dotaba al juego de una pausa y una velocidad nunca vistas hasta aquel momento. Se puede decir que aquel equipo fue la semilla de otros muchos que vinieron, no consiguió refrendar su legado con un gran título, pero enamoró al planeta fútbol y dejó huella en todos aquellos que la vieron. Con el balón por bandera y la polivalencia como arma, aquella Holanda, solo pudo ser superada por el rodillo Alemán, que jugaba en casa y que tenía a la mejor generación de futbolistas de su historia. Capitaneados por un Beckembauer que reinventó la posición de libre y un Muller que se ganó a pulso su apodo de Torpedo. El fútbol tiene estás cosas, no siempre gana el que mas gusta y casi nunca nadie se acuerda del segundo, salvo si el segundo deja huella. Y aquellos chicos holandeses, dejaron una muy grande.

   Al terminar su carrera como jugador, Johan se vio en la diatriba de entrenar y transmitir sus conocimientos, o echarse a un lado. Como todos sabemos, Johan eligió entrenar, y cuando llegó al Barça, tras su paso por el Ajax, comenzó la etapa dorada del club azulgrana. La más exitosa hasta que llegó su discípulo Guardiola. Los primeros años no fueron fáciles, el sistema que proponía Cruyff era muy novedoso, con una defensa de tres y sin delantero centro fijo, la apuesta era muy arriesgada, pero a la vez muy atractiva. Al borde de la destitución, la victoria en la final de Copa contra el Madrid, dio un respiro a Johan. Y al año siguiente, el Barça, se alzaba con la primera liga de las cuatro consecutivas que ganaría con el Flaco al frente. En esa Liga, con el sistema de juego ya asentado, con muchos canteranos y con una plantilla con extranjeros de mucho nivel como Stoichkov, Laudrup y Koeman. El flaco trajo jugadores españoles como Bakero, Eusebio o Berguiristain, que se adaptaron a su filosofía como si fueran de la casa. Y funcionó, vaya si funcionó. Un equipo que giraba en torno al imberbe Guardiola, que era el capitán general de Johan en el campo. El balón, como en aquella Naranja Mecánica, era la herramienta para la victoria. El Barça basaba su juego en la posesión, desarmando al equipo contrario hasta crear la ocasión de gol. La culminación de aquel fútbol de seda llegó en Wembley, con aquella falta de Koeman, que ya forma parte de la historia culé. Johan conseguía como entrenador, lo que el fútbol, le había negado como jugador en aquella final de Munich. Alcanzaba la gloria y la eternidad, se convertía en uno de los pocos elegidos que han ganado la Copa de Europa como jugador y como entrenador. Y no lo hacía a cualquier precio. Lo hacía con un fútbol que asombró a Europa. Al año siguiente a la súper plantilla culé, se unía Romario, que daba la pincelada final a un equipo temible. Pero el carácter del brasileño chocó con el del Flaco, al año y medio salió tarifando de Barcelona. Antes de eso, la humillación sufrida en Atenas ante el Milan de Capello, parecía que ponía el punto y final al estilo Cruyff. Un Capello que había heredado un equipo formado por Sacchi, y que había conjugado con nuevos jugadores, pasó por encima de un Barça que parecía una sombra del que fue. Al año siguiente, tras la devolución del 5-0 por parte del Madrid en el Bernabéu, muchos fueron los que pidieron la cabeza del Flaco. Eso acompañado de la mala relación con Nuñez, acabó con la destitución de Cruyff, y así se cerraba la mejor etapa de la historia culé hasta la llegada de Guardiola.

   Probablemente muchos piensen que Cruyff dejó de entrenar por cobardía, porque su estilo ya no funcionaba, porque ya no sorprendía y porque ya no se veía capaz de ganar. Yo creo que Johan lo dejó, porque ya no tenía nada que demostrar, porque ya había conseguido lo que quería. Aquel Barça, al igual que su Holanda, cambió la concepción del fútbol nuevamente. Demostró como ya había hecho de jugador, que a través de la posesión y del talento, se puede llegar a lo más alto. Años después, su pupilo Guardiola mejoró la idea, y la llevó casi a la perfección. Mejoró la presión y los aspectos defensivos que Cruyff no cuidaba tanto. Pero todos miraban a Johan cuando llegó el éxito de Pep, igual que todos lo miraban cuando la selección deslumbró al Mundo con su fútbol en Sudáfrica. Probablemente estemos hablando del personaje más influyente en el fútbol Europeo, pero sobre todo en el español, de la historia moderna. Su manera de entender el juego y de tratarlo como tal, un juego que se compone de pequeños juegos en los que vas ganando hasta llegar a imponerte.

     Como le escuché en una entrevista suya que vi hace poco, el fútbol es un juego, y si juegas bien tendrás más opciones de ganar. Esa es la filosofía y el legado que nos deja. Se puede ganar, pero las probabilidades serán más altas si lo haces bien. Por todo ello, Gracias Flaco

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