Pirlo, el triunfo del patito feo

Andrea Pirlo es uno de esos jugadores que nacen en el país equivocado. Ha conseguido imponer su clase en un estilo de fútbol que nada tiene que ver con sus características. A pesar de eso, los equipos en los que ha jugado no han tenido más remedio que adaptarse al ritmo que marca el genio de Brescia.


  Nacido en Flero, provincia de Brescia, un 19 de Mayo de 1979, la carrera del mediocentro italiano comenzó pronto, ya que a los 15 años hacía su debut oficial en la Serie A en las filas del Brescia. Como todos los genios, Pirlo también era un niño prodigio. Tras tres campañas en las que fue conociendo la dureza del campeonato, el Inter se interesaba por un joven de 18 años que apuntaba alto. Recalaba en el Inter de Lucescu, pero sería cedido a la Reggina al año siguiente. Tras una gran temporada en Calabria, volvía al Inter, pero volvía a ser nuevamente cedido en 2001 al Brescia, su club de origen. Parecía como si el 21 no tuviera sitio en un grande de Italia. En aquella época, la posición de Pirlo era mucho más adelantada, jugaba de enganche, y en el Inter sobraban. Entonces se consumó su traspaso al Milán, que pagaba 18 millones al Inter e incluía Brncic en la operación.

 La etapa de Pirlo en el Milán es la más exitosa de su carrera. En cuanto a títulos se refiere, el italiano consiguió dos Scudettos, dos Champions League e incluso fue nominado para el Balón de Oro que se llevó su compañero Kaká. Pero al margen de los títulos colectivos e individuales, Pirlo ha demostrado a los italianos, que el talento nunca está reñido con los resultados. Ancelotti cambió la posición de Pirlo en el campo, acompañdo de Gattusso, el italiano dejaba la posición de enganche para jugar de mediocentro. La idea de Ancelotti es que el flujo del juego milanista pasara por Pirlo, Gattusso se encargaba del trabajo sucio, aunque eso no quisiera decir que Pirlo quedara liberado. Sin embargo en cuanto el balón era recuperado por los milanistas, inmediatamente pasaba a los pies de Pirlo. Su visión de juego y su precisión, tanto en el pase largo, como en el pase corto, dotaban de innumerables variantes el juego de aquel Milán, que tenía a jugadores de la calidad de Shevchenko, Kaká o Seedorf.Los partidos se jugaban al ritmo que marcaba el 21. Cuando Pirlo hacía una pausa, el resto de jugadores sobre el campo la hacían con él, cuando hacía un pequeño cambio de ritmo, todo se movía. Pirlo siempre era el primero en ver el desmarque, siempre era el primero en apoyar para descargar la presión. Su  tremenda calidad a balón parado, hacía que las asistencias de Pirlo se elevaran como la espuma en cada campeonato. El Milán había encontrado su brújula, y desde Pirlo se empezaba a construir todo. Pero no hay que quitarle mérito a su compañero Gattusso, que con una capacidad de brega y trabajo nunca vista, hacía la vida de Pirlo más fácil.

  Históricamente Italia nunca ha sabido confiar en sus jugadores de talento, siempre han preferido el músculo y la táctica a dejar que los jugadores talentosos llevaran la voz cantante. En eternos debates sobre si Rivera y Mazzolla podían jugar juntos, o si Del Piero o Totti podían coincidir, la llegada de Pirlo no acaparó debate alguno, el 21 pasó a formar parte indispensable en los compromisos de la azzurra. Podía criticarse su juego, pero la participación de Pirlo nunca se ponía en solfa. Al igual que en su club, los diferentes seleccionadores italianos, dejaban a Pirlo dirigir el equipo a su antojo, y por supuesto Pirlo nunca defraudaba. Con la selección italiana consiguió proclamarse campeón del mundo en el Mundial del 2006, siendo una de las piezas fundamentales en la consecución del título. De esa manera Pirlo pasaba a la historia con su país, consiguiendo un campeonato que a Italia se le resistía desde el 82.

 En mayo de 2011, la Juventus hacía oficial la contratación de Pirlo, en Italia la noticia fue una bomba, ya que contaban con que Pirlo se fuera al extranjero o fichara por un club menor para terminar su carrera. Sin embargo el  genio italiano, aún tenía mucho que aportar en la Vecchia Signora. Con la llegada de Pirlo, su entrenador Conte, al igual que todos los allenatores que ha tenido el italiano, confió en el genio de Brescia para llevar la manija del equipo. Era una apuesta arriesgada, ya que Pirlo venía de un Milán que ya tenía automatizado el juego para el 21. Pero pronto los resultados comenzaron a llegar, la Juve no solo ganó la Liga de ese año, sino que estuvieron casi un año sin perder en su estadio. Los dirigentes milanistas aún deben estar tirándose de los pelos, habían dejado escapar a su brújula, y el Milán daba muestras de estar un poco perdido sin él. Pirlo había conseguido que la Juventus volviera a ser campeona en Italia, ahora, con los nuevos fichajes de Llorente y Tévez, aspira a coronarla de nuevo como reina de Europa. Sin duda, los aficionados de la Vecchia Signora, estarán eternamente agradecidos a los dirigentes milanistas por el regalo.

 Pero el triunfo de Pirlo va más allá de los títulos, va más allá de los premios. Hace veinte años, era impensable que un jugador de sus características, fuera el más importante de su selección. En un país donde el talento solo se veía a pinceladas, Pirlo sacó su paleta y comenzó a dibujar en el lienzo verde, cada pase, cada desplazamiento, cada movimiento, hacían que el dibujo fuera cada vez más bello. Si se puede destacar algo de Pirlo no es lo que ha ganado, que es mucho, ni lo que ha hecho, que es increíble, es el legado que deja. La lección de que el talento no se puede tapar, ni escorar a una banda, ni dejar para los minutos finales. Pirlo jugará hasta cuando él quiera, pero en Italia ya le buscan sustituto. Antes de su llegada, se le cambiaría por otra "pieza" que corriera más y peleara el doble. Pero Pirlo representa el cambio, como sustituto suyo en la azzurra suena Verrati, un jugador que apunta maneras. Pero por muy bien que lo haga el joven italiano, nadie igualará lo que ha hecho Pirlo. Ha abierto el camino al talento en un país que parecía querer ocultarlo.

 Pirlo seguirá con sus lecciones hasta el día que su cuerpo le diga basta, y los equipos en los que juegue seguirán moviéndose al compás que el marque. Disfrutemos del genio de Brescia mientras podamos, sino siempre nos quedará la hemeroteca. Pero la moraleja es esta, el patito feo se ha convertido en Cisne. Por todo ello

Grazie Andrea

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