Supercopa de Europa, el día de la marmota

  Viendo el partido de ayer entre Chelsea y Bayern, a cualquier aficionado del fútbol, le parecería que ese partido ya lo había visto, que ya lo había disfrutado antes. El guión fue el de los muchos enfrentamientos entre Pep y Mourinho, pero muchas cosas cambiaron, vamos a analizarlas.


    El partido se presentaba como un nuevo desafío táctico entre Mou y Pep, y como siempre, no defraudaron. Guardiola tenía un once condicionado por la baja de Schwenseiger, y sorprendió a propios y extraños colocando a Lahm en el sitio del medio centro bávaro. No era nueva la posición para el capitán, ya que durante toda la pretemporada y en varios de los partidos de la Bundesliga, Pep lo colocó en muchas ocasiones en esa novedosa posición. El Bayern salió a por el balón, tocando desde el mismo Neuer e intentando crear juego. Sin embargo Mou, tenía preparado un engranaje defensivo que todos esperábamos, pero que no contábamos que fuera tan efectivo. Ya que durante los primeros minutos del partido, el toque bávaro se vio anulado por la intensa defensa blue. Soy de la opinión de que si el de Sétubal tuviera que perder 1 millón de euros, lo pagaría a gusto por poder contar ayer con Etoo, pero la variante que presentó no le salió mal del todo. Apostó por Torres para salir a la contra, y con una tripleta que lo acompañaba y dotaba las acciones blues de una velocidad vertiginosa, tanto Schurrle, como Óscar y Hazard, pusieron el práctica la mejor versión del contraataque que Mou ya nos había enseñado con el Madrid. El resultado fue el gol de Torres, robo de balón y a correr, Schurrle metía el balón al corazón del área y Torres ponía el balón en la escuadra, al bueno de Mou no le podía salir mejor. En ocho minutos se había puesto por delante en el marcador, y podía juntar aún más sus líneas y salir a la contra como más le gusta.

    Pep optó por un equipo que salvo la incorporación de Lahm en medio campo, no dista mucho del que veremos en las grandes ocasiones. Un Ribery en estado de gracia, y que hizo honor al premio recibido el día anterior, unido a un Alaba superlativo, propiciaban las jugadas más peligrosas de los muniqueses. Eso era lo que quería Mourinho, cortar el rápido flujo de balón de los bávaros, y obligarlos a hacer cambios de juego constantes, para llevar el balón a la banda, donde siempre les esperaba un dos contra uno. Ya fuera con Ribery, al que Ivanovic y Ramires tapaban siempre y que cuando Alaba llegaba lo acompañaba siempre Schurrle. Por el otro lado cuando Robben recibía, Cole, ayudado por Lampard, interceptaban siempre al holandés. Las pocas subidas de Rafinha, fueron tapadas por un Hazard que se sacrificó como el que más. Cuando el Bayern intentaba volver al centro, la telaraña tejida por Mou, daba como resultado una estéril posesión de balón. 

     El gol de Ribery, al poco de comenzar la segunda parte, trastocaba los planes de Mou, que aún así no cambió el sistema. Un Cahill, que acompañado por un enorme David Luiz, a veces un poco acelerado, solventaban todos los centros al área, con los que el voluntarioso Mandzukic no conseguía hacer daño a la defensa blue. El asedio bávaro continuó, pero el Chelsea era muy peligroso a la contra. Pep decidió dar entrada a Javi Martínez, Lahm volvía a su posición natural, y Kross quedaba más liberado. El partido del alemán fue para enmarcar, al llegar al Bayern, Pep dijo que Kross iba a ser un jugador muy importante para el Bayern, y así es. Juega totalmente erguido, con la cabeza levantada, y siempre juega a un toque, como mucho dos. Con un disparo de media distancia increíble, puede ser el gran baluarte de Pep esta temporada. El Chelsea tuvo su oportunidad de oro tras el resbalón de Dante, Shcurrle habilitó a Óscar, pero el balón llegó al brasileño demasiado lento y Neuer salvó la ocasión. Ribery seguía en estado imperial, pero acusaba el cansancio. Un Müller que sigue pareciendo perdido, fue sustituido por un Gotze que era la gran baza de Pep, pero el alemán parece desubicado, lento, falto de ritmo y de acoplamiento al juego bávaro. Los minutos pasaban y parecía que el Chelsea iba a acabar claudicando, la expulsión de Ramires lo cambiaba todo, pero el Chelsea resistía.

    Con el pitido final, el Chelsea llegaba a la prórroga con el horizonte de los penalties como máxima esperanza, Mou dio entrada a Obi Mikel para fortalecer el centro del campo, y el gol de Hazard, con la colaboración de Neuer, ponía a los blues por delante nuevamente. Parecía que el método de Mourinho daría resultado otra vez, Pep quemaba su última bala metiendo a Shaqiri, Robben ya no aguantaba la prórroga, al igual que Ribery, pero tenía que elegir entre uno de los dos. El francés continuó en el campo y siguió volviendo loco a Ivanovic, sus acciones ya no eran las del comienzo del partido, pero seguían entrañando peligro. Toda la prórroga fue un acoso y derribo del Bayern, que terminó con Javi Martínez de delantero centro. La defensa numantina blue aguantaba todas las acometidas, y un Cech imperial apuntaba a hombre del partido, pero a veces el fútbol se guarda la sorpresa final, y quizá en el único fallo defensivo blue, Martínez mandaba al limbo las ilusiones blues. 

    Luego llegó la lotería de los penalties, con dos porteros de enorme nivel, y consumados especialistas a la hora de detenerlos, pero todos los lanzadores, hasta que llegó Lukaku, hicieron lanzamientos perfectos. Quizá Mourinho se equivocó al dejar tanta responsabilidad en el joven delantero belga. Tenía más jugadores veteranos que pudieran tirar, y desde que Lukaku colocó el balón, todo apuntaba a que fallaría. La copa era para el Bayern, tenía motivos para celebrarlo, ya que fue el mejor partido bávaro desde la llegada de Pep, la moneda podía haber caído del lado de Mou, pero los penalties son así.

   La lectura del partido, como decíamos ayer, nos deja a un Pep que tenía que ganar por "obligación", y a un Mourinho que hiciera lo que hiciera saldría fortalecido si no era arrollado. El partido fue muy parecido a los enfrentamientos entre Mou y Pep en España, las piezas eran diferentes y aún no estaban pulidas. Pero ambos han conseguido inculcar a sus jugadores su filosofía, vimos a dos equipos que tienen el sello de sus entrenadores, que pueden gustar más o menos. Pero que tienen su sello propio, Pep tiene trabajo por delante, tiene que mejorar el movimiento de balón y la salida, Dante y Boateng no son del agrado de Pep, sobre todo el brasileño. Javi Martínez apunta a que será el jefe de la defensa, y a partir de ahí construirán el ataque bávaro. Del otro lado, Mourinho con la incorporación de Etoo, tiene un equipo hecho a su medida, una defensa seria, un centro del campo rocoso y talento y velocidad en ataque, si yo fuera Mata empezaría a buscar una salida, porque no encaja en el sistema Mou.

   El de ayer fue un duelo más en su particular lucha, en realidad quedó en tablas, pero Mourinho lo venderá como una victoria al final de año, y Guardiola lo puede añadir a su interminable lista de títulos. De todas formas estamos a principio de curso, pero ambos parece que ya van dejando su sello.

   No sé si a alguien más le ha pasado, pero viendo el partido de ayer, parecía que viviéramos en la película de Bill Murray, el día de la marmota. Siempre que ambos se enfrentan vemos lo mismo, a veces cambia el resultado, pero ambos jamás renuncian a su estilo y eso es de agradecer.


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